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El Telégrafo

La inclusión laboral

09 de octubre de 2012

Parte del subdesarrollo se evidencia cuando encontramos racismo evidenciado en las limitadas oportunidades laborales para las etnias ancestrales, que sienten que no les sirve de nada estudiar si al final son relegadas en los empleos de oficina, y solo se las considera aptas para funciones laborales en áreas agrícolas, servicio doméstico,      limpieza, obreros de la construcción y fábricas.

Todavía quedan rezagos del colonialismo en ciertas minorías que se sienten superiores, al mantener en el servicio doméstico a personas de etnias afrodescendientes e indígenas puros. Los cholos, montubios, mulatos y los más “mezcladitos” solo califican para dependientes de almacenes, comisariatos, gasolineras. Nuestras cajeras de bancos, para ser aceptadas, deben estereotiparse, simulando a las tradicionales “muñecas barbies”  y reconvertirse en rubias, delgaditas, cirugía en la nariz, gimnasio, dieta y hablar como “aniñadas”, amantes de las discotecas y de las comidas rápidas.

Debemos homologar el gran ejemplo alcanzado con el plan de reinserción laboral para los discapacitados con excepción de  los que sufren enfermedades mentales, del 4% del total de la nómina, lo mismo se  necesita implementar por medio de ley para insertar y reinsertar laboralmente en las empresas públicas y privadas, a los trabajadores que demuestren sus orígenes y pertenencia de comunidades: afrodescendientes, indígenas que hablan sus lenguas ancestrales, en especial, esta es una forma de fortalecer la identidad y preservar su cultura. Porque debe ser compromiso de tod@s ayudar a abandonar la miseria y pobreza, la misma que no es sostenible, en tiempos de Revolución Ciudadana y el Plan integral del Buen Vivir.

La nómina de empleados debe estar conformada de la siguiente forma: afrodescendientes puros 5%, indígenas que hablan lenguas ancestrales 6%, cholos, mestizos, mulatos, de hasta la tercera generación, 3% y discapacitados 4%, el 2% extranjeros, el 80% restante para ecuatorianos sin excepciones, dispuestos a cumplir los códigos de honor, de mantener conductas laborales acordes al buen vivir y respeto de derechos sin exclusiones de sexo, religión e instituciones educativas. No se debe exigir la foto en las hojas de vida. El Estado debe ser el mayor gestor y generador de esta política de inclusión, para integrar a las minorías, que resultan ser muy representativas en la sumatoria.

¿Por qué no podemos tener cajer@s, ejecutiv@s de servicio al cliente, asistent@s de gerencia, recepcionist@s en empresas como bancos, telefónicas, eléctricas, juzgados, Registro Civil, aeropuertos, fábricas; a otavaleñ@s, cofanes, zápar@s, jíbar@s, huaoranis, negr@s, etc.? Todos amables, bien educados, que sepan sonreír y resolver las necesidades de los clientes, compartiendo la belleza de los colores de nuestras etnias multiculturales.

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