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El Telégrafo
Melania Mora Witt

La historia hizo justicia

15 de marzo de 2014

Para  las personas de mi generación y de comunes ideas y principios, el 11 de septiembre de 1973 se grabó en forma indeleble en la memoria.  El golpe pinochetista auspiciado por los sectores de la derecha económica y política con el aval del gobierno norteamericano, truncó el experimento democrático a través del cual  la Unidad Popular, encabezada por Salvador Allende,  en forma pacífica y en extremo respetuosa de la Constitución y las leyes, trataba de iniciar en Chile la marcha al socialismo. 

Hace pocos días  se cumplió  la posesión -por segunda vez- como presidenta del país sureño, de Michelle Bachelet, cuyo padre fue un General asesinado por los facciosos. Quien le tomó el juramento fue la senadora Isabel Allende, hija del presidente mártir. Allí se cumplió aquello de que la historia -no su relato que puede ser subjetivo- sino la que se teje diariamente, da su veredicto definitivo. Aunque se mantiene el poderoso núcleo privilegiado económicamente por la dictadura  y que incluye a militares, empresarios y dueños de medios de comunicación, la gran mayoría se ha pronunciado por el reconocimiento a las figuras señeras de mártires y héroes de la lucha antifascista y por enviar al tacho del olvido a los opresores y verdugos.

El presidente Allende ejerció también la presidencia del Senado. Como lo expresaron sus hijas, sus padres estarían orgullosos del papel que han desempeñado, primero contra los golpistas,  y luego para retomar el camino que ellos iniciaron y que solo su muerte pudo detener. También una nieta del expresidente forma parte del  Congreso, igual que muchos herederos de apellidos ilustres identificados con la Unidad Popular. La nueva mayoría que llevó al triunfo a Bachelet  va desde la

Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista, en una demostración de que la unidad es la base que permite el avance democrático, aunque también lo limita como resultado de la diferente posición ideológica de sus miembros. Pero la experiencia les ha demostrado que uno de los factores que hizo posible el triunfo de la subversión fue la incomprensión del momento histórico, que los condujo a una división suicida.

Grandes son los retos que esperan al nuevo gobierno. El pueblo exige definiciones claras  para dejar atrás instituciones y leyes neoliberales heredadas de la dictadura.  Como dijo Bachelet,  se impone “una nueva Constitución nacida de la democracia”, marco  de los cambios que espera y merece la nación de la estrella solitaria.

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