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El Telégrafo

La hija del General

11 de junio de 2013

El 11 de septiembre de  1973, día del golpe militar dirigido por Pinochet en Chile, el general Alberto Bachelet fue tomado prisionero, su desacuerdo provocó la tortura y persecución para él y su familia. El 12 de marzo de 1974 falleció en la cárcel de Santiago. Su esposa e hija, víctimas del régimen, vivieron en el exilio.

La hija del General, sin embargo, regresó a su país para terminar su carrera de medicina, retomar su militancia socialista y trabajar con niños traumatizados por la dictadura. Llegada la transición a la democracia, la vida de Michelle Bachelet va a dar giros interesantes, desde espacios públicos que le habían sido negados hasta la adjudicación de una beca en ciencias militares.  

En el año 2000, el presidente Lagos la nombra Ministra de Salud y más tarde Ministra de Defensa, cargo que la enfrentó con su propia historia comandando las fuerzas militares otrora cómplices. Su caminar firme y espalda erguida eran signos de valentía. La hija del General, la agnóstica y socialista, era la primera mujer en esta cartera de Estado en América Latina y había empezado su carrera a la Presidencia de la República, alcanzada en 2005. Su gestión enfrentó la crisis económica, movilización estudiantil y caso Transantiago también superados, terminando su mandato con más del 81% de popularidad.

En ONU Mujeres  instituyó líneas de trabajo por la igualdad y no violencia, su discurso de despedida fue más bien la aceptación de su segunda candidatura presidencial. Las frases “Estoy con ella”, “Bachelet para Chile”, “Corazón socialista” son muestra del respaldo popular, pues, según encuestas, ganaría con el 60% de votos, en una sola vuelta.

Pero el reto de Michelle Bachelet, más allá las elecciones, está en consolidar un gobierno de centroizquierda, que logre reducir las brechas entre ricos y pobres, redistribuir la riqueza, reformar la seguridad social hoy privatizada, garantizar la educación gratuita, limitar al voraz sistema financiero, lograr la igualdad, reorientar las relaciones internacionales priorizando la integración latinoamericana sobre la Alianza del Pacífico, entre otros.

La misma Bachelet, para quien “es un honor, para cambiar y mejorar la vida de las personas”, tiene la responsabilidad de lograrlo. La hija del General, mujer de sonrisa amplia, capaz de alterar los órdenes instituidos, tiene en sus manos la oportunidad de construir un Chile incluyente para volver a hacer historia. Su triunfo será el triunfo de la región.

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