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El Telégrafo

La Fragua de Vulcano (1)

04 de octubre de 2012

Así llamaron los patriotas guayaquileños a la reunión en la que decidieron los últimos detalles de la sublevación del día siguiente, 9 de octubre de 1820. Era un nombre simbólico, que hacía referencia al mito de Apolo, el dios Sol, visitando al herrero Vulcano, para revelar a los hombres la trama de una traición de que eran víctimas y prevenirlos para la venganza. Ese mito había sido evocado por el poeta romano Ovidio e interpretado genialmente en una pintura de Diego Velásquez, exhibida desde años antes en el Museo del Prado, en Madrid.

Según se sabe, en realidad fue un nombre que usaron los conspiradores originales, que eran miembros de la logia guayaquileña Estrella de Guayaquil y estaban dirigidos por José de Antepara, para designar a esa reunión ocasional con nuevos miembros, destinada a preparar el golpe revolucionario.

José María Antepara y Arenaza había nacido en Guayaquil, en 1770. En Londres tomó contacto con Francisco de Miranda, el precursor de la independencia sudamericana, convirtiéndose en su amigo y estrecho colaborador en la Gran Logia Hispanoamericana, en donde también fueron iniciados Vicente Rocafuerte, Carlos Montúfar, Simón Bolívar y otros próceres de la independencia.

A tanto llegó su amistad que Antepara llegó a manejar el archivo privado de Miranda, que reunía toda la documentación y correspondencia mantenida por este con muchos personajes y algunos gobiernos europeos, con miras a promover la independencia hispanoamericana. Y así surgió el proyecto de publicar un periódico titulado “El Colombiano”, encaminado a difundir las ideas revolucionarias en  las colonias españolas, que empezó a publicarse el 15 de marzo de 1810.

Más tarde, Antepara preparó con los papeles de Miranda una obra subversiva en idioma inglés, no destinada a la publicidad, sino a la difusión de las ideas revolucionarias entre los hijos de la América Española. Ese libro, organizado y financiado por el guayaquileño, fue publicado en 1810, en Londres, por la imprenta de R. Juigné, ubicada en el Nº 17 de Margaret-Street, en Cavendish-Square. Su largo título rezaba: “Miranda y la Emancipación Sudamericana.

Documentos, históricos y explicativos, que muestran los proyectos que están en curso y los esfuerzos hechos por el general Miranda durante los últimos veinticinco años para la consecución de este objetivo, por J. M. Antepara, natural de Guayaquil”.

En su introducción a la obra, fechada en Londres, el 1 de septiembre de 1810, decía nuestro compatriota: “Un gobierno libre, independiente y beneficioso en América del Sur es un objetivo que tiene el mayor interés posible para la humanidad toda. Y no hay ninguna acción práctica de la cual dependa tanto el inmediato bienestar o malestar de la raza humana, como la propagación de las perspectivas adecuadas con respecto a este tema”.

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