Es tiempo de gozo y disfrute. Es tiempo de agua, frutos y flores. Es tiempo de humor, música, baile y coplas. Es tiempo de recordar rituales, tradiciones y ancestros. Es tiempo de la fiesta pagana; del desenfreno, la alegría y la carne. Es tiempo de honrar a los dioses, Baco, Dionisio, Isis. Es tiempo de llevar la libertad hasta el límite para que se convierta en augurio de felicidad, bienestar y bonanza.
Los carnavales se celebran en todo el mundo. Cada uno a su manera: el de Venecia, el de Río de Janeiro, el de Oruro, el de Barranquilla. En Ecuador sucede lo mismo, cada ciudad intenta celebrar el carnaval por todo lo alto. Sin embargo, por el feriado y para atraer a los turistas, en lugar de profundizar y consolidar sus formas ancestrales de celebración, cada año se va occidentalizando. Cada año se van perdiendo sus raíces para dar paso a lo supuestamente ‘atractivo’ para los turistas.
En Ecuador ya no hay ciudad en donde no se realice un acto de elección y proclamación de la Reina del Carnaval. Incluso en las comunidades indígenas se elige a su reina, en el cantón Guaranda por ejemplo. En la Amazonía se elige a la reina y se promueven los espectáculos de ‘cuerpos pintados’. Y en la Costa, ni hablar: se elige a la Reina del Carnaval, a la Reina del Bikini y a la Miss Tanga. Y lo que es peor, ya de risa, en Esmeraldas este año se elegirá a la ‘garota’ del carnaval; en lugar de profundizar en la riqueza de sus raíces y tradiciones quieren parecerse como sea a Brasil.
En muchas ciudades, para aprovechar el flujo del turismo interno, se realizan ferias: del cuero, en Quisapincha y Cotacachi; de quesos y lácteos en Cayambe; de la industria textil en Atuntaqui y Guano; y un largo etcétera. Es decir, se ha sustituido la celebración del carnaval por el comercio. Y claro, no hay feria sin espectáculo, ni carnaval sin shows. En Bolívar, Imbabura, Chimborazo, aún sobreviven la música, el baile y las coplas, pero cada vez están más arrinconadas y asediadas por la imposición, desde las autoridades locales, del espectáculo con la presencia de cantantes denominados populares nacionales y extranjeros.
Así, casi no hay municipio que no incluya en sus presupuestos para el feriado de carnaval recursos para la contratación de artistas. En las capitales provinciales se contratan cantantes y grupos ‘internacionales’. Entre 30 y 70 mil dólares se destinan a estos espectáculos. No importa la calidad del ‘artista’ internacional. No importa que no aporte en absoluto al desarrollo de la música ecuatoriana. En este feriado, nuestras ciudades se llenarán de reggaetón, bachata e híbridos de poca monta.
El músico guayaquileño Benjamín Venegas, indignado y dolido, denuncia en Facebook que en Esmeraldas se destinarán 70 mil dólares para los cantantes ‘internacionales’ y apenas 6 mil dólares para los nacionales. Los ‘internacionales’ no salen a cantar si no se les cancela el ciento por ciento, mientras los nacionales deben esperar mínimo tres meses para recibir su paga. Todos los privilegios, comodidades y pedidos para los ‘internacionales’; precariedad y maltrato para los nacionales. Y, además, no se trata de promover nuestra música, se trata de dar espectáculo, por tanto, proliferan los grupos de tecnocumbia, que no cantan sino que muestran; mientras más piernas, senos y culos, mejor. ¡Viva el Carnaval!
Es feriado, gocemos y gastemos. Al final, polvo fuimos y en polvo nos convertiremos.