Con frecuencia se hace tan irracional, confuso y completamente fuera de tono el comportamiento de los policías metropolitanos de Guayaquil, que muchos habitantes de la ciudad nos hemos preguntado en repetidas ocasiones: ¿cuál es la función de este grupo de uniformados? Porque existe una verdadera confusión en cuanto al permanente proceder de la Policía Metropolitana, que por ratos parece la guardia de choque municipal y en otros casos sus miembros se comportan como los perseguidores o garroteros de los vendedores informales, lo que es causa repetida de indignación por parte de la ciudadanía que rechaza tales actos de barbarie e injusticia.
¿Qué dice el texto de la ordenanza municipal que norma la instalación de kioscos y carretillas y demás formas de desarrollo de la actividad comercial en espacios públicos de la ciudad de Guayaquil? ¡Pues prohíbe expresamente todo tipo de comercio informal! ¡Por favor! De esta forma se está desconociendo el derecho que tiene cada ciudadano al trabajo. Y en consecuencia, ¿de qué manera sobrevivirán tanto el exvendedor ambulante como su familia? ¿Es que acaso se los está empujando hacia la delincuencia? Si no ha habido cambios, si aún no ha sido derogada o reformada esta ordenanza, debemos concluir que el criterio de quienes conforman la Municipalidad de Guayaquil está mal, pues se encuentra muy equivocado.
¿Acaso en las principales ciudades del mundo no existen vendedores ambulantes, extranjeros o de ese mismo país? Nueva York, París, Roma, Viena, San Francisco, México, Buenos Aires, Lima, los tienen en sus calles. La solución está en imponerles una tasa, que podría establecerse de acuerdo a los ingresos reales del trabajador informal, y obligarles a usar un uniforme, así como a observar las condiciones de orden y aseo en beneficio, tanto para el expendedor como para nuestra urbe.
¿Y las disposiciones del Cabildo guayaquileño en relación a las responsabilidades de los municipales? En lo referente a las ‘Funciones de la Dirección de la Policía Metropolitana de la M.I. Municipalidad de Guayaquil’, en la parte pertinente no expresa nada objetivo en cuanto al trabajo de los uniformados. Pero en cambio sí se observa algo por demás contradictorio con la realidad que vemos desarrollar a la Policía Municipal. Esto se encuentra en el acápite correspondiente a la Misión de ella, que dice: “Ser el mejor aliado del ciudadano vecino del cantón Guayaquil, garantizando la protección del libre ejercicio de sus derechos, deberes y libertades consignados en leyes y ordenanzas vigentes, apoyados con equipamiento de tecnología moderna, eficiencia y calidad del talento humano, a fin de crear las condiciones necesarias para generar bienestar y mejor calidad de vida de los habitantes y transeúntes”.
Si esto fuera la realidad, la existencia de vendedores ambulantes en Guayaquil, que pertenecen a los estratos económicos inferiores, sería muy diferente, pues no sufrirían el acoso y persecución de los policías metropolitanos, que los golpean, encarcelan y apropian de sus productos. En tales circunstancias, para el trabajador informal se hará muy difícil recuperar su libertad por falta de dinero, que entonces se verá agravada al haber perdido su mercadería, que muchas veces la adquirió endeudándose. Ya en enero de 2007, el consultor colombiano Hugo Acero presentó ante la Municipalidad de Guayaquil el primer informe sobre seguridad, para lo que fue contratado desde septiembre de 2006, por la Corporación de Seguridad Ciudadana para Guayaquil, a un costo de 73.000 dólares. En su trabajo, el analista de las Naciones Unidas en temas de convivencia y seguridad ciudadana hizo una propuesta sobre “la nueva Policía Metropolitana’’, que incluye su reestructuración, pues “debe ser más pequeña, profesional y cercana a los ciudadanos’’.