Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La ética por convicción

23 de mayo de 2013

Un país no puede institucionalizar la corrupción y sustituir los principios morales por la simulación. La justicia tiene que constituirse en la piedra angular para transparentar el ejercicio del poder. Necesitamos un sistema judicial que no discrimine al pobre y que castigue por igual al desposeído y al rico que infrinjan la ley. No se debe negociar la impunidad para nadie.

En el pasado, los ecuatorianos fuimos inducidos y sometidos a un proceso de degeneración moral que afectó principalmente a la juventud, que debe convertirse en la reserva moral de la nación. Ese proceso en los últimos 6 años ha iniciado un período de reversión, en el que los jóvenes están asumiendo códigos de ética en su vida cotidiana, para enrumbar a las generaciones venideras por la senda de la honestidad.  

La democracia no debe ser una instancia para alcanzar el poder con los recursos que son sustraídos al pueblo, que no percibe la solución a sus necesidades básicas, pese al sacrificio tributario que tiene que asumir. Tenemos que avanzar por el rumbo actual y no pensar que los actores políticos del pasado tienen la solución de una crisis moral que ellos mismos provocaron por su avaricia.

La clase media tiene que empoderarse, porque a ella se sobrecarga de impuestos para solventar un presupuesto nacional que deberá ser transparentado en su ejecución. De ahí que la equidad tiene que empezar con el sometimiento a los órganos del poder judicial de aquellos que no puedan justificar su enriquecimiento. Estos señalamientos deben obedecer a la convicción de un credo que nos dé una filosofía en la cual encontremos la ética en nuestras acciones.

El jueves de la semana anterior, el papa Francisco denunció el sistema financiero mundial y fustigó el “culto al dinero” que, según él, explota a los pobres y convierte a los seres humanos en “bienes de consumo descartables”. En su alocución de ese día, el Papa pidió a los dirigentes de las finanzas y la política que reformen el sistema financiero para volverlo más conforme a la ética. “El dinero debe servir, no gobernar”, concluyó el Pontífice.

Luego, el domingo pasado, el máximo prelado repudió la charlatanería, la desinformación, la difamación y la calumnia como modo de vida de muchos católicos en el mundo. Y señaló con dureza la costumbre de las personas de decir solamente “la mitad de las cosas que sabemos” o hablar mentiras solo para “arruinar la reputación de los demás”.

La auténtica oración de los cristianos tiene que ser con la convicción de la lucha por la ética, para esto, todos debemos pedir con fe a Dios: “Señor, ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganarme el aplauso de los débiles. Si me das riquezas, no me quites la razón, si me das éxito, no me quites la humildad, si me das humildad, no me quites la dignidad. Enséñame a amar a mis congéneres y no me dejes caer en el orgullo si consigo brillantez social, o en la desesperación si fracaso, ya que este precede al triunfo”.

Contenido externo patrocinado