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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

La envidia envenena

14 de mayo de 2015

Alguna vez leí una reflexión que decía: “No grites muy fuerte tu felicidad porque la envidia tiene sueño liviano”. Esta frase hace alusión a la forma en que algunas personas podrían influir en la alegría que manifiestan otros cercanos a ellos.

“¡Oh, envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!”, así sostenía Miguel de Cervantes y Saavedra, al referirse a este sentimiento tan negativo.

Hay en este mundo personas que no son capaces de hacerse merecedoras de éxitos logrados en buena lid, que les permita vivir con estricto apego a las más elementales normas de convivencia social que se derivan de los valores.

A la envidia se la califica como una pasión tímida y vergonzosa, y no deja de ser cierto, ya que el envidioso se retuerce en su interior pensando en lo que tiene el otro y que él no puede conseguir.

Donde se hace más irreflexiva la envidia es en los que la generan. Pueden ser de dos clases, aquellos que ex profeso la generan y los que, ajenos a sus virtudes, son objeto de ella. En los primeros se da, cuando hacen ostentación de sus bienes, provocando en otros la consabida envidia que envenena y mortifica el alma de los hombres.

En los segundos, el comportamiento virtuoso genera sentimientos de enemistad y de odio, capaces de urdir cualquier trama para hacer daño al envidiado o conspirar contra él. Esto es del todo cierto, porque se ha comprobado que cuando a alguien le adornan virtudes y valores morales a toda prueba, se ensañan contra él, excluyéndolo de un grupo social por la vía de la indiferencia, que es una suerte de enfermedad de la gente sin escrúpulos, con una vida tendenciosa que la utiliza como una espada afilada e hiriente.

La envidia es un sentimiento o estado mental que paraliza el desarrollo de los individuos, la cual es un vivo reflejo de sus bajos niveles de autoestima y autovaloración, haciendo que se enfoque mayormente en la vida de los demás, en lugar de iniciar una búsqueda interna en sus capacidades para lograr el éxito y la superación personal.

Quien es causa de envidia debe hacer un gran esfuerzo por no alimentar este sentimiento que envilece el espíritu. Tampoco disfrutar por ser inspiración y motivo de envidia, que produce tristeza al envidioso y gozo al que no lo es.

Muchas son las personas que con una sonrisa fría dicen alegrarse del éxito de otro, pero en su interior no lo sienten, y los hechos hablan, pues tienden a alejarse de quien obtuvo un logro y, con una mezcla de hipocresía y envidia, hacen daño hasta con su sola presencia.

Juan Rufo Gutiérrez, escritor español que peleó en la batalla de Lepanto, en una carta que escribió a su hijo siendo niño, describe esta situación con estos versos: “Ten mancilla al envidioso que se aflige sin provecho, alimentando en su pecho el áspid más ponzoñoso. Es la envidia testimonio que denota vil flaqueza, es malicia y es simpleza; es desdicha y es demonio”.

¡Ojalá que podamos deshacernos de la envidia venenosa, aunque sea en una sociedad de fábula! (O)

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