Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La difícil sucesión

17 de mayo de 2013

Hay que pensarla en frío. Con tiempo y tranquilidad. La sucesión presidencial, la forma de continuar el liderazgo personal, es todo un desafío a los gobiernos nacional-populares de Latinoamérica. Bien lo estamos viendo en Venezuela, adonde el paso hacia Maduro fue un recurso de última instancia, no suficientemente preparado de antemano. Y eso ha hecho las cosas más difíciles para Maduro mismo, así como para el proceso todo del país caribeño.

Correa nos habla de ir a buscar descanso a la Europa donde estudió, de un tranquilo futuro de regar plantas y mirar paisajes, tras su actual período presidencial. Todo el derecho tiene él a planificar su retiro personal, pero quienes lo acompañan quieren saber cómo sigue la Revolución Ciudadana más allá de Correa. Y es una cuestión crucial de la cual el actual Presidente ecuatoriano no puede desentenderse.

Perón decía que “solo la organización vence al tiempo”, pero no produjo una organización colectiva que lo reemplazara, ni tampoco promovió el crecimiento gradual de un líder personal que tomara su lugar. Esto último nunca es fácil; delicado equilibrio implica mantener el sitio de número 1, pero a la vez ir dando lugar a otro, que podría en algún momento apresurarse por desplazar al líder. Pero sin dudas se trata de un riesgo necesario. No podría ocurrir que, como hizo aquel gran líder popular argentino, a última hora anuncie vagamente:  “Mi único heredero es el pueblo”. Es decir, todos y nadie. Lo mismo que decir que no hay heredero alguno.

Las transformaciones promovidas por la Revolución Ciudadana en cuanto a disminución de pobreza e indigencia, aumento del empleo, aumento en el PBI y las exportaciones, políticas de integración latinoamericana, construcción de obra pública y carreteras, entre otros rubros -además de una incipiente organización y participación populares-, no podrían ser dejadas al azar. Hay que ver cómo continúa el proceso, hay que ver cómo se continúa el liderazgo, ya sea en otro liderazgo personal o en una forma de coordinación grupal.

Podrá descansar Correa si lo quiere, lo que seguidores no podrían disculparle es que lo hiciera sin dejar ordenado -con todo el tiempo y cuidado que requiere- el proceso de sucesión. El cual valdría tanto para ser gobierno, como para ser oposición; la fuerza política del cambio social no tiene por qué terminar ni  dispersarse si alguna vez le toca jugar desde fuera del gobierno. Es, al menos, lo que el peronismo argentino dejó como enseñanza. Junto a su capacidad, siempre probada, para volver a ser gobierno después de la resistencia.

Contenido externo patrocinado