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El Telégrafo
Fabrizio Reyes De Luca

La desigualdad

02 de julio de 2015

Veinte años atrás se solía calificar como críticos radicales a todos los que abogábamos por la supresión a nivel global de los altos niveles de desigualdad en la distribución de la riqueza creada por la sociedad bajo la forma de Producto Interno Bruto (PIB). Hoy el discurso internacional es el combate a la desigualdad económica.

La existencia de la desigualdad económica es tan vieja como la humanidad misma, pero lo que nadie ha podido negar es el hecho de que se ha acentuado más debido a que en muchos países existe una mayor concentración de la riqueza en manos de un puñado de personas que controlan una gran parte del PIB nacional.

No es fácil caracterizar bien la desigualdad entre países, pues necesariamente se debe tener en cuenta las características económicas, sociales y culturales de cada sociedad, pero existen parámetros o puntos de referencia que gozan de aceptación internacional para medir el grado existente de desigualdad económica.

Así, suele emplearse el llamado índice Gini, que debe su nombre al estadístico e ideólogo fascista Corrado Gini.

Hace 100 años este personaje desarrolló en Italia un método para medir la desigualdad de una distribución partiendo del valor de 0 para expresar la igualdad total y el valor de 1 para la máxima desigualdad.

En la actualidad, el índice Gini suele emplearse a nivel planetario para medir la desigualdad en los ingresos al interior de un país, así como otras manifestaciones de ella dentro de una sociedad.

Oxfam (cuyo nombre proviene del Comité de Oxford de Ayuda contra el Hambre, fundado en Inglaterra en 1942) afirma que 7 de cada 10 personas viven en países en los que la desigualdad económica es peor en pleno 2015 que hace 30 años.

Que no se trata de saturar con cifras acerca del mapa mundial de la desigualdad económica, pero conviene tener presente que las 85 personas más acaudaladas del orbe acaparan la misma riqueza que los 3 mil 500 millones de seres humanos que viven en la inopia, es decir, casi la mitad de una población mundial que ya supera los 7,3 billones de personas.

América Latina está considerada como la región del planeta donde impera una mayor desigualdad tomando en cuenta los niveles de ingresos. Claro, después del África subsahariana, donde la desigualdad económica y la pobreza alcanzan niveles vergonzosos e inenarrables.

Pero la desigualdad económica no es lo mismo que la pobreza. La primera se refiere a las diferencias de ingresos que se generan entre ciudadanos de un mismo país, midiéndose a través de la comparación entre los grupos humanos que perciben una renta y los de menores ingresos.

La pobreza es una situación social esencialmente económica y se caracteriza por una carencia marcada en la satisfacción de las necesidades básicas para la existencia humana, en tanto que la desigualdad es social y política. Naturalmente, ambos males están interconectados y para combatirlos hay que impulsar el crecimiento económico y una mejor distribución de la riqueza creada por toda la sociedad. (O)

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