La derecha política en el Ecuador se identifica por su oposición tenaz al nuevo orden socioeconómico, su compromiso con los círculos pudientes y su firme decisión en defender sus privilegios. La ciudadanía ha transitado confundida en el transcurso de la historia, a causa de la proliferación de partidos y grupúsculos dirigidos por seudolíderes que en el colmo de la audacia se autoproclaman revolucionarios y abanderados de la libertad y la democracia. Algunos gobernantes de la era republicana administraron el país con capacidad en beneficio de las mayorías, pero los fundadores de la partidocracia cayeron en desprestigio al convertir su actividad partidista en un despreciable negocio.
Con el advenimiento del gobierno de la Revolución Ciudadana, que proclama la reivindicación social y económica de quienes poco o nada tienen, se descubre la ambición de los partidos tradicionales y otros en gestación y, además, el vínculo con los sectores oligárquicos más reaccionarios del país. Sepultada la partidocracia, surgen otros grupos con modernos disfraces, como el Centro Democrático, Salud y Trabajo, Acción Obrera, Poder Popular y el más llamativo, CREO, financiado por un acaudalado banquero de Guayaquil. Es evidente la herencia que la partidocracia legó a los jóvenes. La creencia de que la fama y el dinero fácil se consiguen mediante el enrolamiento en grupos políticos sin ideologías, pero con las promesas de lograr importantes ubicaciones en el sector público.
El panorama electoral se clarifica, pero se le complica a los grupos políticos que se califican de izquierda, MPD, Pachakutik, Ruptura y socialistas infantiles, al no poder responder a la tesis de un candidato presidencial único perteneciente a la más rancia oligarquía bancaria. El pueblo, por su propia felicidad, ya aprendió a identificar a sus aliados y a los necios, que no quieren entender que llegó la hora del cambio y el advenimiento de la justicia social.
La contienda electoral venidera es un lance histórico; de un lado Rafael Correa, guiando al Ecuador hacia la definición del Socialismo Siglo XXI; y de otro, la derecha política, los seudoizquierdistas, los resentidos y la “prensa independiente”, dispuestos a librar su última batalla en defensa de sus intereses.
Es tiempo de despojarse de las ambiciones, aprender a razonar y a ubicarse en la realidad. Dice Wiliam Henry: “El fanático no quiere razonar, el tonto no sabe razonar y el que no se atreve es un esclavo”.