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El Telégrafo

La derecha argentina elogia a Hitler

22 de noviembre de 2013

La semana pasada, el principal asesor del partido de derechas PRO -que gobierna desde hace años la ciudad de Buenos Aires- declaró alegremente que “Hitler era un tipo espectacular”. Nada menos.

El juicio favorable al asesino serial de comunistas, judíos y gitanos, al inventor de la ‘solución final’ y los campos de concentración, vino del Sr. Durán Barba, quien es de origen ecuatoriano, pero vive hace años en la Argentina. No es su nacionalidad lo que importa, por cierto, sino el tamaño de su desatino, tanto como el silencio cómplice que al respecto guardó buena parte de la prensa opositora argentina.
La ‘disculpa’ diciendo que en Ecuador la palabra ‘espectacular’ no es elogiosa, da risa a quienes conocemos el país andino: ‘espectacular’ significa allí lo mismo que en Argentina. En verdad, el enorme exabrupto sucedió porque el asesor del partido derechista se metió en un lío retórico por el cual pretendía demostrar que Chávez había sido peor que Hitler (tal era la disparatada pretensión discursiva) y, para ello, tuvo que elogiar, comparativamente, al productor de la demencial persecución nacional-socialista.

Es decir: con tal de insultar a los procesos populares que hoy han llegado al gobierno en Latinoamérica (Venezuela, Ecuador, Argentina, Bolivia) puede decirse insensatamente cualquier cosa. Puede elogiarse el crimen sistemático, puede mostrarse la propia impotencia conceptual hasta el sin salida argumentativo en que se cae al hablar en favor del totalitarismo que cercenó derechos elementales, para atacar así a gobiernos actuales que -preponderantemente- han ensanchado la vigencia y el ejercicio de derechos de la población.

No es lo primero que cabe reprochar a Durán Barba, quien en un libro de su autoría llega a reivindicar el haber logrado que un adversario político se suicidara, tal sería la ‘calidad de persuasión’ que el publicista puede conseguir con sus técnicas al servicio del éxito de algún candidato.

La ceguera mediática todo lo permite. Las derechas argentinas presentaron el dislate monumental de admirar a Hitler como un pequeño error discursivo, una especie de traspié menor, fruto de alguna distracción. Pero Sigmund Freud lo demostró bien: en los lapsus y actos fallidos opera la verdad. Allí se cuela el verdadero significado de lo que pensamos. Y está claro que, para la derecha argentina (cuyo líder Macri está procesado por impulsar escuchas ilegales contra adversarios), quizá ‘Hitler’ no sea mala palabra. Y si así fuera, mala palabra sería el nombre de aquellos dirigentes y partidos políticos cuyo pensamiento se sitúe tan por debajo de la conciencia histórica planetaria actual, en total detrimento de los derechos humanos y de las nociones de convivencia y de paz más elementales.

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