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El Telégrafo

La democracia, un pretexto

06 de agosto de 2012

Apropósito del problema de la “falsificación de firmas”, se ha desatado una serie de comportamientos de ciertos sectores políticos: de cierta izquierda y de toda la derecha. De los viejos grupos políticos no se puede esperar nada más ni nada menos lo que siempre han sido: vividores de un sistema democráticamente colapsado o extremamente reducido a los formalismos de la democracia representativa. Por eso se pretende que las responsabilidades del caso de las firmas, recaiga solo en el organismo electoral; con lo cual quieren despojarse de todo tipo de responsabilidades civiles y penales.

Pero lo que más llama la atención es que los autodenominados nuevos movimientos, organizaciones, colectivos, etc., han comenzado a repetir las viejas estrategias y tácticas del viejo y decadente sistema político partidista. Claro ejemplo de esto es el portavoz del celebérrimo Informe de la Pobreza.

El cual declaraba en todos los medios que el Informe era estrictamente “técnico” y que no había intenciones políticas detrás; solamente dar cuenta de lo que vive el Ecuador. Y pasaron algunos meses, y como era evidente, de pronto la política y la democracia fueron temas relevantes para el técnico.

Y es que meterse en política no tiene absolutamente nada de malo, ni de reprochable, por el contrario es de alabar, lo que es criticable es que se insistió en vender mediáticamente un modelo de democracia tecnicista, imparcial, etc., bajo el formato o modelo de gobierno responsable, desde donde captar la atención de los actores políticos mediáticos y posicionar una imagen. Entonces, ahora el candidato joven, de nueva generación, ha aprendido las viejas mañas; ahora siente, plantea que el gobierno lo quiere sacar de la lid electoral porque sentiría temor de una organización nueva, etc.

Con lo cual devela la mentalidad política de ciertos estratos sociales y su compleja despolitización: la carencia de rumbo o planteamiento ideológico explícito, ideario político, plan de gobierno, etc. Y tal despolitización queda reducida a declamar y reclamar más democracia, la cual queda subyugada a los procedimientos y mecanismos institucionales y, peor aún, al acto mismo de conseguir un voto más.

Ya se anuncia cómo será la campaña electoral: convertirse en víctimas, victimizarse; sin importar la ética política. Ya veremos a los que les causa urticaria política eso llamado “populismo” cómo lo usarán, en todas sus formas, para lograr un voto más. Aún es un grave mal en el Ecuador el no construir procesos políticos de largo plazo y alcance.

El período electoral estimula al florecimiento de efímeros movimientos electorales, que mueren al día siguiente de los resultados de las votaciones.

Incluso ciertos movimientos indígenas se encandilaron con el juego electoral, dejando en el abandono los procesos del día a día de la formación política de base. Mal que acompaña, también, a Alianza PAIS. Aún prima la vieja mentalidad del sistema político hacendatario.

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