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El Telégrafo

La crítica y los críticos

27 de septiembre de 2012

Hay en nuestro país una verdadera pobreza de crítica cultural. En los lejanos tiempos de mi juventud, la prensa nacional mantenía importantes suplementos culturales, en los que se publicaban ensayos críticos, reseñas de obras publicadas e incluso textos de creación literaria.

Pero esos tiempos ya pasaron. Salvo algunos casos de excepción, que se destacan precisamente por ello, el cultivo de la crítica fue abandonado y la maleza inundó estos campos. Así, florecieron la alabanza desmedida para la obra de los amigos y el dicterio o la burla para la de los enemigos. Por fin, bajo el influjo de un creciente ánimo de lucro, emergió el crítico de alquiler, ese que elabora apreciaciones y comentarios bajo pago en dinero o especie.

Contaba un pintor que le pidió a un crítico que presentara su próxima exposición y que este le dijo que, antes de aceptar su pedido, debía ver previamente la obra. Cuando esto sucedió, dice el pintor que el crítico pasó una y otra vez frente a los cuadros, tras lo cual le dijo de manera tajante: ¡Acepto presentar su obra, pero estos tres cuadros serán míos! Claro está que se trataba de los mejores cuadros a exponerse y es también obvio que la presentación fue magnífica.

Hacer crítica intelectual es otra cosa que exaltar al amigo, denostar al rival u opositor, o tasar las propias opiniones. Como decía Martí, “criticar es ejercer el criterio”. Lo que en buen romance quiere decir que el crítico no debe dejarse arrastrar por sus pasiones o intereses, sino tratar de apreciar con equidad la obra que critica, sus logros o limitaciones, la escuela o corriente estética en la que se inscribe, y, si es del caso, los méritos o deméritos de su autor.

Hay, pues, que estimular en nuestro país el desarrollo de una verdadera crítica cultural, que se asiente en conocimientos más que en puras opiniones, y que se ejerza de modo profesional, sostenido y didáctico, para educar también al público en el valor de este importante ejercicio intelectual.

Porque el objetivo final de tal esfuerzo debe ser construir una cultura pública, en donde haya condiciones materiales y plena libertad para la creación y el goce estético, y en donde exista también un público culto, capacitado para apreciar y desarrollar su propio criterio sobre las obras de creación artística.

Ojalá la nueva Universidad de las Artes y también otras casas de estudios se empeñen en formar críticos profesionales. Eso será bueno para el país y su cultura, porque una crítica de buen nivel es una formidable e indispensable ayuda para la creación artística.

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