Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

La crítica ha muerto

31 de mayo de 2013

“La crítica ha muerto” -parafraseando a Friedrich Nietzsche- se ha convertido en el imperativo categórico que domina en estos tiempos al mundo de la opinión pública y a sus creadores, habitantes solemnes de los monopolios mediáticos que construyen una “verdad incuestionable” para la sociedad.

Una época marcada a fuego y tinta por el imperio del subjetivismo que ha establecido como ley que todo es igual, todo significa lo mismo. Lo que preexiste es el sujeto por sobre la realidad sin que este la observe y dude. Ergo, la duda desaparece y persiste la sentencia del sujeto a los hechos, alimentado por esa “verdad” sostenida por la voluntad de poder -como dice Nietzsche- de los multimedios. Un paradigma que gobierna silenciosamente la subjetividad contemporánea.

Pero primero definamos el concepto de crítica. Para Immanuel Kant, “la crítica es más que objetar o refutar, sino también conocer”. Es el conocimiento el que nos permite comprender la realidad que nos atraviesa y hacer una crítica de lo que entendemos como algo “errado” en términos de concepciones o cosmovisiones y no únicamente sirve para demostrar equivocaciones o desacuerdos en la mirada de quien es criticado, sino construir a través de ella conocimientos que nos ayuden a comprender mejor los distintos argumentos puestos en tela de debate.

Esta perspectiva crítica se ha extinguido de la voz y la pluma de muchos periodistas que se autoproclaman independientes, siendo estos los que garanticen que el discurso ideológico se reproduzca en todos los rincones de la sociedad sin importar la ética. La información pasa a ser una mercancía que se vende a cualquier precio en el mercado.

La crítica fue perdiendo esa esencia que la supo caracterizar en el último siglo, reemplazada por la opinión que en este contexto pasó a llamarse “verdad”. Las palabras ya no son lo que dicen ser, más cuando estas se encuentran condicionadas por un clima de subjetivismo que niega la realidad en sí, donde la verdad ya no es el producto genuino de ella, sino una mera invención del poder. A partir de esto, se pone en marcha un mecanismo en el que las corporaciones construyen la noticia, transformándose de esta manera en la usina de la opinión pública. Son el reflejo epocal de un proceso en el que la crítica y la verdad han perdido la batalla por descubrir cómo ocurre la realidad social.

En este sentido, Antonio Gramsci reflexiona acerca de la crítica como fenómeno social y escribe: “No se hace crítica ni historia sin sentir las pasiones elementales del pueblo, esto es, sin esta conexión sentimental entre los intelectuales y el pueblo. Quizás sea este el temor más grande que tengan los medios hegemónicos.

*Ensayista y escritor. Integrante del Centro de Estudios Históricos, Políticos y Sociales Felipe Varela, de Argentina

Contenido externo patrocinado