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El Telégrafo

La crítica como antídoto

14 de agosto de 2012

El miedo es un elemento que utilizan ciertos gobiernos contra su propia población. En Israel los medios son los encargados de sumir en ese penoso estado a la gente. Desde hace un buen tiempo, según lo reportan fuentes como el diario digital Público de España, se viene alertando a los israelitas sobre el “holocausto” que podría desatar Irán.

Justificándose en esa supuesta amenaza, el primer ministro Benjamín Netanyahu y su ministro de defensa Ehud Barak han empezado a lanzar la idea de un ataque a Irán, antes de las elecciones en Estados Unidos, para acabar con el arsenal atómico de Irán.

En ese contexto también debe ser leído el gran recibimiento que Netanyahu le ofreciera al candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney, cuando hace pocas semanas visitó Israel. Queda claro que la derecha radical israelita quiere meterle mano a la elección, que será en noviembre, del presidente de los Estados Unidos. Es que Obama -cuatro años han sido más que suficientes para acabar con el mito del primer presidente afro de ese país- no quiere invasión preelectoral porque los precios del petróleo se dispararían. A Romney, ahora repotenciado con la elección de Paul Ryan como candidato vicepresidencial, le interesa lo contrario: precios del crudo por los cielos para amargarle las metas económicas al decepcionante Obama.

Y dicen, para que la cuestión sea todavía más escalofriante, que el tal Ryan tiene contentos a los del Tea Party porque, al fin, tendrán un “hombre” como de sus filas, extremista, guerrerista y con el encanto de la juventud, muy a lo gringo, de andar bacano, dueño del mundo, sin reconocer que, en realidad, las grandes corporaciones son las dueñas de sus acciones.

Y si son capaces de aliarse para intentar dañar a otro país que, a despecho de Israel, no es amenaza para sus vecinos, imagínese todo lo que tendrán en carpeta, todo lo que podrían diseñar para nuestra América. Son de pánico, sin límites frente a sus afanes económicos que no reconocen democracias ni derechos humanos.

Por eso también lo que se viene en Ecuador, las elecciones de 2013, son de capital importancia, porque ante fuerzas extremistas no queda otra que profundizar el cambio y defenderlo con mucha participación social, con nuevas alianzas y diálogos profundos con todos los sectores que buscan abatir inequidades y subordinaciones. El miedo ha pretendido instalarse en nuestra cotidianidad, con actitudes críticas lo podemos enfrentar.

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