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El Telégrafo

La Coordinadora descoordinada

04 de septiembre de 2012

Cuando Rafael Vicente Correa Delgado, luego de una etapa de preparación seria y responsable, reflexivamente decidió tener presencia en la cosa pública del Ecuador, aceptó ser ministro de Economía en 2005. Quienes no lo conocían hasta ese entonces, supieron inmediatamente que él estaba listo para cosas más grandes y trascendentes.

Cuando resolvió separarse de ese gobierno, fundó el movimiento político Alianza PAIS. Y las señales que este hombre mandó sensatamente en su campaña para asumir los destinos de la nación fueron receptadas de manera clara y categórica por la intuición de las grandes masas, que sintieron renacer sus esperanzas de días mejores.

Ganó las elecciones y asumió el cargo de Presidente Constitucional el 15 de enero de 2007, a pesar de los muchos reparos que se hicieron a personas que se adhirieron a su caravana triunfadora. Las mismas que, como era seguro  sucedería, luego defeccionaron, convirtiéndose en reaccionarias a la causa de los más necesitados.

Estos sujetos, con toda la desazón que producen el pesar y el enojo por ser repudiados, ingenuamente creen que agrupándose en la Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas pueden alcanzar el espacio de influencia que perdieron, y por ello ya eligieron su candidato presidencial.

El “coordinado” candidato presidencial, en el discurso que debía sustentar la razón de su candidatura, se limitó a expresar que, de llegar a la Presidencia, lo primero que hará será una auditoría a los contratos petroleros y mineros. Que derogará el Decreto 813 que dispone la modalidad de renuncia obligatoria, porque los servidores públicos “no viven tranquilos”, ya que “pueden ser despedidos si no acompañan al caudillo en las plazas o en las calles cuando se siente amenazado”.

La más ridícula de las promesas que hizo fue que, en su gobierno, “todos podrán hablar libremente y nadie será perseguido”. Ciertamente que empezó pésimo. No pudo demostrarse como una útil alternativa de gobierno si gana las elecciones, ni tampoco fue capaz de anunciar una productiva y civilizada oposición que se pueda graduar sobre la  base del consenso, la discrepancia, o la confrontación, si es que la pierde.

La soberbia y mediocridad que caracteriza a los antipáticos cabecillas de la Coordinadora se puso de manifiesto una vez más, demostrando que nunca estuvieron comprometidos con la sacrosanta causa de la patria, sino exclusivamente con sus intereses particulares. 

¿Por qué va la Coordinadora a las elecciones, si sabe que va a quedar en último lugar? ¿Repetirá el intento tres y cuatro veces? ¿De dónde sacará el dinero para sufragar la campaña presidencial? Confundidos en el tiempo, piensan que gobierna la partidocracia y consideran que, teniendo representantes en la Asamblea Nacional, sin importar las torpes y ridículas maromas que ahí realicen, podrán conseguir cuotas de poder.

Ellos han buscado esta guerra que es a muerte. O la Coordinadora pone un alto al gobierno que preside Rafael Vicente Correa Delgado, o quienes la conforman serán borrados para siempre del acontecer nacional. El pueblo soberano tiene la decisión en sus manos. Y sabe que debe respaldar al Presidente que lo protege y respalda.

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