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El Telégrafo

“La conspiración de Acuario”

17 de octubre de 2013

“Una vasta y poderosa red, que carece no obstante, de dirigentes, está tratando de introducir un cambio radical en los Estados Unidos”. Así empezó Marilyn Ferguson, escritora y poetisa norteamericana, su libro best seller publicado en los años 80 y que es uno de los textos clave para comprender la denominada “Nueva Era”.

La autora explica que se trata de una conspiración desprovista de doctrina política, carente de manifiesto.

Sus conspiradores buscan el poder tan solo para disgregarlo y se valen de estrategias pragmáticas, incluso científicas, pero con una perspectiva cercana a la mística; además, apenas se atreven a hablar de ello.

Se plantea como una reforma más profunda que una revolución, siendo una especie benigna de conspiración en pro de un nuevo programa de actuación humana que desencadena el realineamiento cultural más rápido de toda la historia.

Este vasto, estremecedor e irrevocable movimiento que se nos está viniendo encima, de hecho, ya ha llegado a Ecuador. No es un nuevo sistema político, religioso ni filosófico. Es simplemente una nueva mentalidad, el surgimiento de una sorprendente visión del mundo, en cuyo marco hay cabida tanto para la ciencia de vanguardia como para las concepciones del más antiguo pensamiento conocido.

No hay duda de que la crisis de nuestro tiempo representa el impulso necesario para esta revolución en marcha. Cada vez comprendemos mejor los poderes transformadores de la naturaleza y que es nuestro más poderoso aliado, y no una fuerza que es preciso temer o mantener a raya. Como dice el aforismo médico: “En nuestra patología reside nuestra oportunidad”.

Debemos movernos hacia
lo desconocido, pues
lo conocido no ha hecho
hasta ahora otra cosa que fallarnos por completo

Los intentos por remodelar la sociedad han comenzado siempre por alterar su forma y organización exteriores. Se consideraba que su estructura racional podía ser fuente de armonía a través de un sistema de recompensas, castigos y manipulaciones de poder. Pero estos intentos de alcanzar una sociedad justa por medio de experimentos políticos han sido frustrados una y otra vez por el espíritu humano de contradicción.

Eso sucedió en el mundo y, por supuesto, en nuestro país. Y la pregunta era siempre la misma: ¿Ahora qué? Alguien describió al presidente Correa como pragmático, lo cual me llevó a mirar su programa de gobierno 2013-2017 “Gobernar para profundizar el cambio: 35 propuestas para el Socialismo del Buen Vivir”- e hice mi descubrimiento personal, que quiero compartir con entusiasmo.

La Revolución Ciudadana es la respuesta al ¿Ahora qué? ecuatoriano. Pienso que es una conspiración de Acuario en la que debemos movernos hacia lo desconocido, pues lo conocido no ha hecho hasta ahora otra cosa que fallarnos por completo. Estamos tomando una perspectiva más amplia de la historia y una evaluación más profunda de la naturaleza. Vivimos una forma distinta de revolución, con un nuevo tipo de revolucionarios. Buscamos un cambio de conciencia en un número crítico de individuos, lo suficiente para precipitar la renovación de la sociedad entera.

Y esto concuerda con lo que dice la filósofa cristiana Beatrice Bruteau: “No podemos esperar hasta que el mundo cambie, ni hasta que vengan nuevos tiempos que nos hagan cambiar a nosotros, ni esperar que llegue la revolución y nos arrastre en su nueva carrera. El futuro somos nosotros mismos. Nosotros somos la revolución”.

Esa es la razón por la cual perdurará nuestra Revolución Ciudadana.

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