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El Telégrafo

La conquista china

08 de enero de 2014

China es un actor global. De hecho, un elemento que caracteriza el momento actual es su fuerte presencia comercial y financiera en el ámbito mundial.

Su expansión económica y su carencia de recursos naturales han empujado al país a buscar aliados estratégicos que le provean de materia prima y alimentos. Succiona recursos de varios territorios del Sur. Hay un avance notable de las empresas chinas en Latinoamérica y África, mediante sus inversiones en sectores extractivos. Es el país con mayores reservas en moneda extranjera, y el más grande acreedor de deuda pública norteamericana.

La reconfiguración del comercio internacional demuestra un cambio de hegemonías. El gran país asiático supo aprovechar la oportunidad para entrar en el escenario de la globalización del capital. Su desarrollo tecnológico –ya hizo una expedición lunar– y producción de bienes de bajo costo han logrado penetrar en los mercados mundiales y mantener el crecimiento de su economía a tasas cercanas a los dos dígitos, durante casi tres décadas.

En 50 años, ese país ha aumentado más de diez veces sus exportaciones hacia el mundo y ha incrementado nueve veces sus importaciones.El libro China’s Superbank: Debt, Oil and Influence - How China Development Bank is Rewriting the Rules of Finance, de autoría de H. Sanderson y M. Forsythe, es un relato fascinante de la historia del Banco de Desarrollo Chino (BDC). El BDH es un factor determinante de la expansión de la economía china en los últimos años (con tasas de crecimiento anual promedio del 9,7%). El BDC, el más grande de este tipo de operaciones en el mundo (de mayor alcance que el Banco Mundial), está integrado a las necesidades productivas de ese país, y actúa con ese propósito en el ámbito local e internacional. Las operaciones del BDC (3 trillones de dólares) están localizadas, principalmente, en telecomunicaciones y energías alternativas, como la solar.

En la década de los 60, Estados Unidos representaba el 34% del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, mientras que países como China, Alemania y Rusia aportaban con menos del 1% cada uno. EE.UU. fue perdiendo su peso a nivel mundial. En 2011 se ubicó 6 puntos porcentuales más abajo que en 1961. El gran salto en la producción mundial lo ha dado China. Para 2011 ya representó el 8,3% del PIB global. En 50 años, ese país ha aumentado más de diez veces sus exportaciones hacia el mundo y ha incrementado nueve veces sus importaciones.

China ahora ocupa el segundo lugar de las economías del mundo, después de Estados Unidos. ¿Puede tomar la posta de la hegemonía mundial del capitalismo, como a su momento lo hizo EE.UU. cuando desplazó al Reino Unido? Se prevé que esto ocurrirá en el próximo decenio. Además, hay 1.350 millones de chinos. Sin embargo, cabe una pregunta: ¿qué pasaría si todos los chinos tuviesen los mismos patrones de consumo de los habitantes de los países ricos?  Ya no hay espacio en el planeta para eso, y los sumideros de carbono ya no alcanzan.

¿Qué podemos esperar de China, como potencia hegemónica emergente en el siglo actual? Esperamos que uno de los pueblos civilizados más antiguos del mundo escoja otro tipo de ‘desarrollo’, basado en la reducción del consumo y el uso de energía más limpia. De lo contrario, conquistará un planeta inviable.

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