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El Telégrafo

La cátedra: “Meditación, dulce sacrificio…”

23 de enero de 2013

El pasado 14 de enero se cumplieron 12 años del fallecimiento del ecuatoriano ilustre Juan Isaac Lovato, de reconocido prestigio y convertido en clásica institución jurídica y política. Su nombre, fundido indisolublemente y para siempre con su obra, pertenece a la historia mundial, para orgullo de la patria.

Su extensa obra jurídica trascendió, alcanzando categoría de fuente inagotable de consulta y que la Universidad Andina Simón Bolívar invita a su reedición, el próximo 29 de enero, con el fin de aproximarnos a su pensamiento; porque el hombre, en todos los tiempos y en todos los pueblos, se hace célebre por sus realizaciones.

Hombre de izquierda, gran defensor de los trabajadores y de los pobres, no conoció el cansancio en su lucha contra la guerra y el afianzamiento de la paz mundial. Este hombre fue sorprendentemente tierno y tolerante, en pocas palabras: fue un hombre sencillo, bueno y justo.

Por el año 1996 la revista Diners publicó la entrevista que le hiciera un reconocido periodista ecuatoriano, quien al preguntarle: “¿Qué es para usted la cátedra?”, obtuvo una sencilla pero profunda respuesta: “Meditación, dulce sacrificio.

Aprendizaje constante, diaria entrega espiritual, transmisión de lo más valioso del hombre: el conocimiento; formación de las generaciones que forjan permanentemente el porvenir de la patria. Esta labor eminentemente creadora, vital, está reñida con la mezquindad, eleva el alma; nos hace buenos, grandes y dignos”.

Allí también expresó en cortas, pero alarmantes y reveladoras palabras, su gran pasión por la paz y preocupación por el grave peligro de la guerra mundial: “El mundo es un enorme drama, y me angustia por los que vienen tras de nosotros, por nuestros nietos, ¡les estamos dejando un mundo espantoso! Pero no he perdido la fe en el hombre, creo que su inteligencia lo salvará…”.

Claro, había nacido en los albores de la Primera Guerra Mundial y vivió los años de la Segunda Guerra Mundial y de la Guerra Fría, por ello, según sus propias palabras, había aprendido a luchar por la vida desde muy pequeño, lo cual lo había fortalecido más que física, espiritualmente.

El Dr. Juan Isaac Lovato fue Ministro Juez de la Corte Suprema de Justicia, pero considerando que para ser juez se requiere una extremada y delicada responsabilidad para decidir sobre la libertad, bienes y tranquilidad de las personas encausadas, se excusó del cargo a los pocos meses.

Es altamente valioso el homenaje para relievar su vasto conocimiento, gran simpatía, la transparencia de sus actos, la altura de su pensamiento y la grandeza de su intelecto, cualidades que solo alcanzan los que realmente valen. Así consideró el Dr. Juan Isaac Lovato a la cátedra, la magistratura y la vida.

Ecuador cuenta en la historia universal con este hombre, cuya figura, pensamiento y obra, inmensamente grandes, vencedores del olvido, perdurarán por siempre, porque están garantizados por el respeto, admiración y gratitud que conquistan los genios.

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