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El Telégrafo

La Casa de la Cultura

24 de agosto de 2013

La acción del presidente Velasco Ibarra y del ministro de Educación, Alfredo Vera, hizo realidad el proyecto de Benjamín Carrión, en momentos en los  que el país se sumía en angustia y desesperanza tras la firma del Protocolo de Río, por el que perdió la tercera parte de su territorio. La teoría de la “nación pequeña” que sería grande por su cultura, se unió a la de “volver a tener patria”. Nace la Casa en tal contexto y como fruto de una revolución popular: la del 28 de mayo de 1944.

La Casa requiere cambios profundos, que la acerquen especialmente a los jóvenes y le permitan impulsar la actividad intelectual, sin elitismosAl inicio nucleó a los mejores representantes de la cultura nacional, en un ambiente plural, que permitió desarrollar una vigorosa actividad, impulsando la obra de filósofos, historiadores, escritores, pintores, escultores, dramaturgos, músicos, bailarines, cineastas. Replicada en las capitales de provincia, cumplió a cabalidad su rol de gestora y descubridora de talentos. Se enriqueció con museos, teatros, bibliotecas, auditorios, en los que intercambiaron experiencias y esperanzas varias generaciones de ecuatorianos, al tiempo que de su imprenta salían incontables libros y revistas. Su éxito atrajo a intelectuales de diversos países, e incluso fue copiada en varias naciones de América. El gran Carrión y otros intelectuales de esa talla sostuvieron tan noble empresa.

Con el tiempo, las circunstancias han cambiado.  La Casa es todavía un centro irradiador de luz creativa para muchos sectores y lugares, pero se requieren transformaciones profundas, que la  acerquen especialmente a los jóvenes y le permitan impulsar la actividad intelectual, sin elitismos. Hay que desburocratizarla, si es necesario; hacerla más ágil, con la permanencia de secciones que correspondan, básicamente, a las correspondientes a escritores y artistas. Cuba tiene dos buenos ejemplos de entidades que se manejan en forma autónoma: Casa de las Américas y la Unión de Escritores y Artistas (Uneac), a las que  ha sostenido el gobierno de la isla, aun en tiempos de crisis y que han  trascendido fronteras con su prestigio.

En vísperas de que entre en discusión la Ley de Cultura, el entusiasta Ministro del ramo está llamado a cumplir una tarea histórica, integrando de forma innovadora la  institución, nacida de un proceso democrático, al Sistema Nacional de Cultura. La gestión que realiza el Ministerio a través de sus estructuras se verá complementada con las de la Casa, confluyendo ambas armónicamente en un gran río que refleje en su corriente dinámica el espíritu de nuestro pueblo.

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