Me refiero al servicio que proporciona el Estado, mediante la investigación en sus estaciones experimentales con el objetivo de establecer métodos y herramientas para la modernización de la actividad agropecuaria para alcanzar el desarrollo resolviendo temas básicos, como son la productividad y, en los últimos tiempos, muy tímidamente, el manejo y conservación de los recursos naturales.
Los resultados que se espera alcanzar son un bien público y constituyen la base para el mejoramiento de la producción deficiente de una población campesina activa numerosa y poco especializada, como son las que caracterizan al subdesarrollo. Estas son las condiciones de un numeroso colectivo campesino de nuestro país.
Si consideramos como pequeños productores agrícolas a los agricultores con unidades de producción (UPA) con superficies menores a diez hectáreas, estos constituyen el 75% del total (842.882 unidades) de cuya producción dependen por lo menos dos millones y medio de personas que viven precariamente.
Este sector cuenta apenas con el 12% de la superficie agrícola en producción, en la cual se aplican métodos de trabajo poco eficientes y herramientas rudimentarias. Esta distorsión negativa estructural, difícil de corregir, propiciada por la tenencia de tierra, podría disminuir parte de sus efectos negativos mediante un eficiente servicio de asistencia tecnológica para difundir los resultados obtenidos en los centros de investigación y ponerlos al servicio del agricultor.
En la década de los 80, los servicios de asistencia tecnológica estatales (investigación y programas del arroz, maíz, café, etc.) fueron transferidos o eliminados, los resultados negativos los denuncian las cifras del III Censo Nacional Agropecuario donde se indica que solamente el 6,8% del total de UPA se encuentra cubierto con algún tipo de asistencia tecnológica.
La investigación de los paquetes tecnológicos para aumentar la producción históricamente ha sido orientada a los cultivos de exportación favoreciendo a la industria química de los países desarrollados que los venden y a los exportadores antes que a los productores, estableciéndose una profunda brecha de parte de los investigadores para llegar con los resultados de sus estudios para capacitar a los agricultores pequeños, siendo indispensable organizarlos y completar lo investigado estudiando el método para que la información sea accesible a los pequeños agricultores.