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El Telégrafo

La Bohemia (I)

03 de septiembre de 2012

Bohemia de París alegre, loca y gris de un tiempo ya pasado
donde en un desván con traje de can can posabas para mí
y yo con devoción pintaba con pasión tu cuerpo fatigado
hasta el amanecer a veces sin comer y siempre sin dormir
Aznabour

El término bohemia alude al estilo de vida de ciertos sectores socioculturales, en particular de artistas e intelectuales, que tienen una escala de valores diferente al de la burguesía. Los lugares de encuentro de los bohemios solían ser cafés de poca monta, donde se discutía sobre las tendencias políticas o sobre cualquier área de la cultura. 

Tradicionalmente el bohemio era un artista de apariencia descuidada, en contraposición con la ostentación material de los sectores pudientes de la sociedad, que el bohemio consideraba superfluos, pues él se orientaba hacia el mundo de las ideas, del enriquecimiento intelectual, del interés por todas las manifestaciones de la cultura y de las creaciones artísticas.

Pero no todo en la bohemia fue hermoso, también hubo muchos escritores o artistas hambrientos que no se hallaban en la vanguardia sino en los lugares más sórdidos del barrio latino de la capital francesa, y cuya existencia entre el mugre, la marginalidad, las deudas, el frío, el alcoholismo, las prostitutas y la depresión fueron un hecho bastante común. Así, vivir a lo bohemio exigía mucho dinero.

París fue durante el siglo XIX y parte del XX el lugar de peregrinación y el lugar soñado de todo aquel que se consideraba artista; triunfar en París era sinónimo de triunfar en el mundo. La bohemia parisina era la quintaesencia de la vida bohemia, donde los románticos rebeldes hicieron con su estilo de vida una verdadera leyenda en un mundo que cambiaba de fisonomía por la influencia cada vez más fuerte del desarrollo industrial de la época. El triunfo rotundo de la vida burguesa hizo que los artistas bohemios se replantearan el viejo dilema. ¿Es lícito y correcto vender el arte y que la misma sea transformada en una mercancía más?

En París hubo dos barrios que dieron cobijo a la vida bohemia: Montmartre, lugar de afamados pintores, entre ellos Toulouse-Lautrec, que pintó a las bailarinas de can can del Moulin Rouge, y el Barrio Latino, adonde convergían los jóvenes del orbe entero que soñaban con la  bohemia como el lugar idílico para su creatividad artística. Allí, los auténticos herederos del romanticismo vivieron en una atmósfera creativa. Se sentían incomprendidos, y lo eran, por eso despreciaban los valores morales de una sociedad que sentían y describían caótica.

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