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El Telégrafo

La batalla del quinto poder

18 de mayo de 2012

Importantes las lecciones del periodista español Ignacio Ramonet en su disertación en la Capilla del Hombre. Nos recordó que el poder económico y el poder mediático se han convertido en almas gemelas para intentar sustituir a los partidos políticos desprestigiados. Y también que el rol de los “latifundios mediáticos” es el de domesticar a la sociedad.

De ahí, por ejemplo, la generación constante de programas de televisión que apelan a lo más bajo de la condición humana para vender y alcanzar altos niveles de audiencias, sobre todo en los sectores populares, tal es el caso de los programas “En carne propia”, conducido por José Delgado, y “Sorprendente”, de Jonathan Carrera.  Al que debemos sumar ahora “Todo es posible”, conducido por Nathalie Toledo.

Estos tres programas recurren a los temas truculentos (lo insólito, lo imposible), el hombre de las mandíbulas de acero, el hombre que come gallinas vivas, el hombre que mata a sus hijos, y un largo etcétera. Todo con un tratamiento de escándalo y sensacionalismo y altas dosis de crudeza; en carne viva y sin el más mínimo pudor y respeto  por los televidentes, y peor para los propios protagonistas.

En el caso de “Todo es posible”, se intenta dotarle de un vestido liviano, con un rostro amable (Toledo) y acompañada de personajes de farándula (Gaby Díaz, de “En corto”, en el estreno) para suavizar los temas. Pero no hay planificación, no hay investigación y tampoco manejan mínimos niveles de información, como sucedió en el caso del ya manido tema de la “sacrificada y dura” recolección de cangrejos, con un mensaje final de antología: “suban los precios de los cangrejos”.

Y Nathalie Toledo convertida en la Jonathan Carrera “light”. Algo extraño si se trata de un programa producido por Janeth Hinostroza. Otro elemento recurrente es el ya cansino hecho que los periodistas son no solo los protagonistas sino los héroes de cada uno de los reportajes. No se puede contar una historia sin convertir al periodista en el dios omnisciente que está en todas partes y en todas las escenas. Este hecho es aún más notorio en los reportajes de viajes, un modelo de los años 80 que persiste ante la falta de nuevas propuestas e ideas, como sucede, por ejemplo, con la familia Ehlers.

Ramonet dice que se trata solo de vender (incluso ciudadanía) a los anunciantes. Cuando la verdadera responsabilidad de los medios de comunicación y, sobre todo, de la opinión pública debe ser más bien la de construir ciudadanía. Hoy, ante la crisis del cuarto poder (los medios de comunicación), se trata, insiste Ramonet, de emprender la batalla del quinto poder: los ciudadanos deben armarse de las nuevas herramientas de la comunicación para generar opinión pública y con ella “corregir los errores de los tres poderes de la democracia”.

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