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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

La autoridad y la resistencia de los sobrados

03 de mayo de 2014

En el desarrollo de las actividades cotidianas se registran continuos enfrentamientos entre los representantes de la autoridad, y los sobrados que se resisten a entender que en un mundo civilizado la autoridad se ejerce dentro de un orden jurídico para evitar el desacato y abuso con el grato fin de garantizar la paz y el trabajo productivo.

En el gobierno de la Revolución Ciudadana, paulatinamente se ha recuperado el principio de autoridad, mediante la expedición y aplicación de leyes, de acuerdo con nuestra realidad; el cumplimiento de ofertas y logros alcanzados dentro del proceso del Buen Vivir. Pero hay sectores; el callejero, el político, entre otros, donde los sobrados, petulantes y pendencieros, reacios a someterse al orden constituido, obran inconsultamente, por capricho, vanidad o, simplemente, por el impulso de causar daño.

Según estadísticas, en las tragedias de tránsito, se consideran como principales causales el exceso de velocidad y la embriaguez de los sobrados que se creen expertos del volante y dueños de las calles y carreteras. Se burlan de las normas y señales de tránsito y, tras abandonar a sus víctimas, se esconden como cobardes para eludir responsabilidades. Otros audaces suelen acercarse a dependencias públicas o privadas, a gritos exigiendo atención inmediatamente. Y para silenciar, por su impertinencia, la protesta del público, exhiben falsas credenciales o adoptan actitud matonil para sorprender a guardias y empleados. Hay hombres y mujeres que acostumbran a cruzar las calles, sin tomar en cuenta el semáforo y la posición del vigilante. Como sobrados se mofan del peatón que contribuye con el orden de la ciudad y a proteger su propia vida.

Es evidente, en algunos casos, la falta de enseñanza para la práctica de valores, el respeto a las leyes y a sus semejantes. En este campo, es indispensable su rescate para evitar conductas reprochables y escenas desagradables que afectan la cultura de la nación. Irradia de manera detestable ese comportamiento irregular en el sector político de oposición, de donde -se supone- deben surgir lecciones de respeto a la Constitución y leyes de la República.

Como ejemplo de la conducta de un alcalde y de su seguidor, con ansias de poder nacional, se destaca el anticipado pronunciamiento de no acatar, en el caso de aprobarse, la Ley de Gestión y Uso de Suelo, con el cansino argumento de que se atentaría contra la autonomía del régimen municipal. No se trata de un criterio valorativo, sino la impugnación a un borrador que circula en la Asamblea referente al anteproyecto de Ley de Ordenamiento Territorial y Gestión de Suelo, y que, según explica el Ministro de Desarrollo Urbano, no busca interferir con las competencias de los municipios, sino establecer lineamientos claros sobre planificación urbana en el país.

Los sobrados, desde ya, expresan su desacato, cuando el trámite y aprobación de la ley serán considerados entre julio y septiembre en la Asamblea. Otro sobrado sentenciado por injuriar al presidente de la República, Rafael Correa, se burla de la justicia e insiste en la ofensa, pero al final huye y se refugia en la selva. Es indispensable el aporte de todos para superar desvíos de conducta y lograr un cambio de actitud de los ecuatorianos confundidos. Es importante respetar el orden para evitar el caos. El que quebrante la ley debe ser juzgado. Se agota el tiempo, lentamente, se termina la era de los sobrados.

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