La temporada europea sobre canchas de arcilla comenzó oficialmente la semana pasada con el Masters 1.000 de Montecarlo, un torneo de gran tradición, que año tras año reúne a los mejores tenistas del planeta, y que marca el inicio del camino que conduce hasta París, al prestigioso Roland Garros. La gran ausencia este 2013 fue la de Roger Federer, que esta temporada ha reducido su calendario, ya que con casi 32 años busca llegar lo más fresco física y mentalmente a los torneos de Grand Slam.
Rafael Nadal llegaba a Mónaco, como el gran favorito; se había tomado unas semanas de descanso, recuperación y entrenamiento, después de su título en Indian Wells, además no perdía en el Montecarlo Country Club desde el 2003 cuando cayó frente al argentino Guillermo Coria; no participó en el 2004, pero desde el 2005 hasta el 2012 se había consagrado como el rey indiscutible del principado, con ocho coronas consecutivas.
La otra cara de la moneda, su gran rival, Novak Djokovic, venía de caer tempranamente en Indian Wells frente al veterano alemán Tommy Haas, y posteriormente, representando a Serbia en la serie de Copa Davis frente a Estados Unidos sufrió una lesión en su tobillo derecho, en un partido que terminó ganando en cinco sets a Sam Querrey, pero que incluso puso en duda su participación en Montecarlo. En su primer partido, contra el ruso Mikhail Youzhny, se lo notó con ciertas dificultades para desplazarse, perdió el primer set por 6-4, pero se recuperó y ganó los dos siguientes 6-1, 6-4.
En la ronda siguiente nuevamente le costó encontrar su ritmo, y una vez más debió remontar un set de desventaja frente al argentino Juan Mónaco para ganar 4-6, 6-2, 6-2.
En cuartos de final, su rival fue el finlandés Jarkko Nieminen, quien venía de eliminar a Juan Martín Del Potro, pero Djokovic no le dio ninguna oportunidad y lo venció 6-4, 6-3, y lo más importante para él era que su tobillo no le daba molestias, y su tenis mejoraba partido a partido.
En semifinales lo esperaba el italiano Fabio Fognini, convertido en la gran sorpresa del torneo, tras eliminar a su compatriota Andrea Seppi, cabeza de serie # 15, y derrotar a dos top 10, Thomas Berdych # 6 ATP, y Richard Gasquet #9, pero que muy poco pudo hacer frente a un Nole implacable, que le pasó por encima como un tren 6-2, 6-1. El recorrido de Nadal fue diferente al de Djokovic, pues si el serbio vino de menos a más, el español comenzó avasallando a sus rivales en las rondas iniciales y muy poco pudieron hacer el australiano Marinko Matosevic, que ganó apenas 3 games contra Rafa, o el alemán Philipp Kohlschreiber, eliminado en dos rápidos sets: 6-2, 6-4.
Pero las cosas se comenzaron a complicar para Rafa en cuartos de final, cuando estuvo muy cerca de la eliminación, contra el prometedor joven búlgaro Grigor Dimitrov, hasta que los calambres en sus piernas en los últimos games fueron decisivos para el triunfo del español 6-2, 2-6 , 6-4. En semifinales contra Jo-Wilfried Tsonga, Nadal parecía tener el partido bajo control, con una amplia ventaja de 6-3 y 5-1, hasta que el buen juego del francés, y sus propias dudas, lo pusieron en serios problemas, que finalmente resolvió por 6-3, 7-6.
Era la repetición de las finales de 2009 y 2012, ambas ganadas por Nadal, y en ésta volvía a presentarse como favorito a ceñirse su novena corona; Djokovic, tendría que jugar un partido casi perfecto tácticamente, no dejar a Rafa dominar los puntos con su golpe de derecha, hacerlo pegar la mayor cantidad de reveses posible, ser agresivo con su devolución, y atacar el segundo servicio del mallorquín. Djokovic logró ejecutar su planteamiento a la perfección, tomando una rápida ventaja de 5-0 en apenas 12 minutos, y tuvo cinco pelotas parar cerrar el set por 6 a 0, pero Nadal ganó dos juegos seguidos, sin embargo cedió su saque con una doble falta y el set por 6-2.
Como es su característica, Rafa salió a luchar punto a punto el segundo set, logró en algunas ocasiones usar su forehand para mover a Djokovic y tomar ventaja de 4 -2, parecía que el partido se iría a un tercero y definitivo set, pero Nole recuperó su agresividad, volvió a tomar el control de los puntos atacando el segundo servicio y el revés de Nadal, quien incluso sirvió 6-5 para ganar el set, pero no pudo ganar un solo punto, y en el tie-break apenas ganó uno, es decir ganó uno de los últimos 12 puntos, perdiendo de esta manera el partido, y la corona por 6-2 y 7-6 (1).
En la ceremonia de premiación demostraron el gran respeto que se tienen, a pesar de la rivalidad que existe entre los dos, felicitándose mutuamente y deseándose suerte para el resto de la temporada.
Seguramente los veremos enfrentarse en las próximas semanas en Madrid y Roma, pero el título que más anhelan es el de Roland Garros, donde Nadal buscará su octavo título, y Djokovic tratará de ganar el único Grand Slam que le falta.