Todo termina como una apuesta al capitalismo. Una especie de resignación ante un poder que hemos permitido se salga de cualquier tipo de control civil. Una apuesta que parece decantar, con abrumadora regularidad, a favor de las corporaciones. Son las apuestas por un mercado financiero desregulado que terminó con la crisis de 2008. Son las apuestas por proteger a las corporaciones por encima de las personas que terminó con las fábricas colapsadas en Bangladesh.
Y en India. Y en China. Las apuestas han sido por patentes medicinales, por tratados de libre comercio que aprisionan la propiedad intelectual. Las apuestas, ahora, son por internet.
Aquí comienza la apuesta. El sistema apuesta por un mercado autorregulado. Los ISP nunca manipularían el tipo de servicio que proveen.Todo comienza así. Una corte en Estados Unidos se pronuncia sobre el caso de Verizon, un proveedor de servicios de internet (ISP por las siglas en inglés), contra la FCC, la Comisión Federal de Comunicación de los Estados Unidos, donde se impugnaban las reglas sobre la neutralidad de la red. FCC mantenía una política antidiscriminatoria y contra los bloqueos desde los proveedores. La corte se pronuncia, en definitiva, a favor de Verizon, permitiéndole, como al resto de ISP, variar la fluidez del flujo de datos de acuerdo a su conveniencia. La única condición: avisar a los usuarios antes de hacerlo.
Bajo un discurso sobre lo retrógrado de las reglas y la novel posibilidad de ofrecer nuevos e innovadores servicios a sus clientes, Verizon salió triunfante de la corte a enviar un comunicado sobre las maravillas que se derramarían sobre los usuarios y cómo el acceso y uso de internet no variarán.
Aquí comienza la apuesta. El sistema apuesta por un mercado autorregulado. Los ISP nunca manipularían el tipo de servicio que proveen. Si lo hacen, vendrán otros ISP para regular el mercado. O algo así. Total, ya no habrá un órgano regulador que lo haga.
Mi apuesta también es por el mercado. La proyección es menos utópica, sin embargo. Comcast Corporation es el más grande proveedor de internet en EE.UU. En 2012 adquirió NBC Universal, un conglomerado mediático. Comcast podría reducir la velocidad hacia medios alternativos al cable, como Netflix, y aumentar la velocidad hacia NBC Live. O puede reducir la velocidad hacia un canal de YouTube crítico de NBC. O Rupert Murdoch, con 34% de las acciones de Hughes Electronic, dueño de DirecTV, otro proveedor de internet, puede reducir la velocidad de acceso a páginas web que critiquen a los candidatos apoyados por Fox News, también de Murdoch. O estas corporaciones pueden discriminar en el acceso a información sobre sus subsidiarias, desde canales de televisión hasta compañías de aviación. Y podríamos comenzar a copiarlos.
Todas estas especulaciones no son más que eso.
Pero las apuestas por las bondades del capitalismo y la capacidad de autorregulación del mercado me dan buenas posibilidades.