La salud no está solo en las manos de los médicos. Efectivamente, estos se preocupan por curar las enfermedades, no necesariamente de atender la salud. Pero en el campo de la cura de las enfermedades los médicos son indispensables, y lo vienen haciendo, con la ciencia clínica, desde hace 500 años.
La Asociación de Facultades Ecuatorianas de Medicina (Afeme) nació cuando existían solamente tres, en Quito, Guayaquil y Cuenca. En 1964, en Cuenca, los tres decanos firmaron la Constitución que fue oficializada en 1966 por el presidente Clemente Yerovi, y en 1967 la Afeme se estrenó en Guayaquil con el Primer Seminario Nacional de Educación Médica, pasando a formar parte de la Federación Panamericana de Facultades de Medicina, la misma que el próximo mes de julio organizará en Quito su XIX Conferencia Panamericana de Educación Médica, teniendo como tema central: “Profesionalismo, acreditación y calidad de la educación médica. Aportes a la atención primaria”.
La Afeme, que ahora cuenta con 23 facultades, 20 de las cuales tienen carreras de medicina, ha servido para coordinar las actividades académicas médicas de las diversas universidades, para garantizar la mejor calidad de la formación biomédica, clínica, en los claustros hospitalarios, para el ejercicio posterior público o privado, en elegantes consultorios con las más diversas especialidades. Solamente desde 2007 se ha planteado, para el Ecuador, la cobertura universal y gratuita de servicios, y aunque desde 1978 se habla de la atención primaria de salud, es decir, el abordaje de la misma en la comunidad mejorando la prevención de las enfermedades y promocionando la “salud”, aún queda mucho por hacer por ella, que significa, a la postre, la óptima calidad de vida sustentada en la satisfacción de las necesidades humanas, como derechos, teniendo al Estado como su garante.
La XIX Conferencia Panamericana de Educación Médica servirá para reflexionar sobre la salud y sus servicios, y el papel de los médicos en torno a ella, pues, aunque actúe y se forme en el hospital, recuperando la salud a partir del diagnóstico y tratamiento de la enfermedad, esta es fruto de herencias, problemas congénitos, estilos de vida individuales, modos de vida grupales y finalmente de la determinación dada por las condiciones sociales. Por consiguiente, debe entenderse el marco general de la salud individual y colectiva, en una nueva concepción de un cambio mucho más profundo, que -se intenta- sea un cambio civilizatorio.