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El Telégrafo
Fander Falconí

La abdicación del rey

11 de junio de 2014

El corrupto rey Faruq de Egipto, derrocado por el militar Gamal Abdel Nasser en 1952, hizo una declaración desde su exilio en Italia: “Pronto quedarán en el mundo solo cinco reyes: el de Inglaterra y los cuatro de la baraja”. Una profecía digna de Alicia en el país de las maravillas que todavía no se cumple.

En cambio, Juan Carlos tiene el aroma de la decadencia borbónica. Nació en Roma en 1938, en plena guerra civil española, envuelto en pañales de los fascistas que pisoteaban el suelo ibérico, y fue bautizado por el futuro papa Pío XII. Recién a los 10 años conoció España. A los 18 años mató accidentalmente a su hermano, jugando con armas de fuego. Nunca degustó el hambre de los españoles durante la posguerra. Ahora, cuando ya no hay plata en Madrid, abdica al trono.

A Juan Carlos lo puso Franco. Nunca hubo un referéndum a favor o en contra de la monarquía (como sí lo hubo en Italia después de 1945). Juan Carlos amparó a los franquistas, como él mismo lo había sido hasta casi sus 40 años. Apoyó la amnistía que los franquistas se dieron a sí mismos tras la muerte de Franco. No hubo en España eso que se llama ‘justicia transicional’, no hubo siquiera una Comisión de la Verdad. Juan Carlos decidió poner fin a su reinado de casi cuarenta años. Su hijo Felipe, el príncipe de Asturias, el heredero de la corona, lo reemplazará.

¿Hasta qué punto ahora son necesarias las monarquías? Muchos cuestionamos que en pleno siglo XXI exista una realeza que sostiene su alto ritmo de vida con herencias e impuestos de los ciudadanos. Parece, a todas luces, un anacronismo del pasado. No en vano varios miles de ciudadanos se han manifestado en varias ciudades de España a favor de la República y para solicitar un referéndum, en el que el pueblo decida si quiere que continúe o no la monarquía.

¿Habrá Juan Carlos abdicado por responsabilidad política, dada su avanzada edad? Dudas aparte, en esta decisión contribuye el descrédito del monarca borbónico español, envuelto en escándalos económicos, personales y cacerías de elefantes, osos, venados y jabalíes.

También influye una crisis estructural económica que afecta a España, y de la cual no se advierte recuperación. El anuncio de la dimisión real coincidió con un sombrío anuncio desde Bruselas. La Comisión Europea (CE) prevé un crecimiento débil de la economía española, acompañado de poca generación de empleo. El Producto Interno Bruto (PIB) crecerá el 1,1% este año y el 2,1% en 2015, según las previsiones de la CE, y la tasa de desempleo no será menor al 24%, el año próximo. En estas circunstancias, el anuncio de la Casa Real no fue bien recibido en el mundo de los negocios, ya que las empresas españolas han utilizado al rey como a uno de sus principales promotores en el exterior.

Una posibilidad para conocer el porqué de la renuncia y el futuro de España sería revisar los próximos números de las revistas del corazón, la farándula y las celebridades de las casas reales europeas. Otra opción, a no dudar, más democrática sería escuchar la voz de la ciudadanía española en las calles. Quién sabe si entonces solo nos quedaríamos con los cuatro reyes... de la baraja, por supuesto.

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