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El Telégrafo

Juventud, divino tesoro…

21 de diciembre de 2013

Cerca de 10 mil asistentes de más de 80 países se reunieron en Quito en el 18 Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Como se sabe, el primero se realizó en Praga en 1947, en afirmación de la vida y la esperanza después de los 50 millones de muertos y desaparecidos de la II Guerra Mundial. El Viejo Continente, empobrecido y desolado por la conflagración y sus consecuencias, vio abrirse las compuertas del optimismo ante la presencia de jóvenes que sobrevivieron a la masacre y que, unidos, proclamaron el derecho a la paz y la urgencia de construir un mundo mejor.

Después de 66 años el escenario cambió; el modelo socialista implantado en la posguerra se derrumbó tras un eficaz trabajo de las potencias capitalistas y a consecuencia de sus propios errores. Sin embargo, en muy poco tiempo las crisis recurrentes de esta organización social se manifestaron crudamente en Europa, donde la aplicación de la ortodoxia neoliberal condujo a la miseria y el desempleo a enormes sectores poblacionales, golpeando especialmente a los más jóvenes.

El primer Festival de la Juventud y los Estudiantes se realizó en Praga, en 1947, en afirmación de la vida y la esperanza tras la II Guerra Mundial.En contraste, gobiernos progresistas elegidos democráticamente en varios países latinoamericanos, sobre la base de la organización popular, iniciaron un proceso de desarrollo inclusivo y retomaron la bandera de la construcción del socialismo, ajustado a las características de cada pueblo, sin dogmatismos y con una sola común consigna: la prevalencia del ser humano sobre el capital. Entre ellos está Ecuador que, junto a otros de la región, alcanza metas elevadas en salud, educación, vivienda, trabajo, seguridad social, por lo que ha ganado un justo prestigio que se expresa en amplios reconocimientos de diversos órdenes, entre ellos la realización de este 18 Festival de la Juventud en su geografía.

Para la gran prensa nacional, aparentemente el festival pasó desapercibido, pero a su conclusión, el editorial de un poderoso diario dio cuenta de que estuvo en su mira. El periódico manifestaba su desencanto ante el hecho de que los jóvenes se reunieran alrededor de “viejas banderas y consignas”, pues ello les demostró que los ideales intemporales de justicia y búsqueda de alternativas se mantenían y reforzaban, en un ambiente plural, alegre, enriquecido por las diferencias raciales, religiosas, de género; vehemente en el afán revolucionario de cambiar las estructuras de este viejo régimen y  avanzar nuevamente hacia la utopía.

En las pupilas puras de esos jóvenes, Ecuador quedará grabado como destino ejemplar.

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