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El Telégrafo

Julian, entre documentos secretos y condones rotos (III)

19 de julio de 2012

Mientras continuaba esta guerra entre lo oculto y la realidad, a Julian se le estaba terminando su tiempo. El plazo en que el Reino Unido tenía que extraditarlo a Suicia llegaba a su fin y con esto su preocupación de que pueda ser enviado a EE.UU.  crecía.

Si bien EE.UU. no había iniciado acciones legales, las declaraciones de sectores políticos radicales enviaban mensajes amenazantes a la vida de Julian. Un político americano llegó a decir abiertamente que se debía castigarlo quitándole la vida sin proceso alguno.

La posibilidad de que EE.UU. iniciara un juicio en su contra por espionaje, una vez que sea extraditado a Suecia, y que en ese momento solicite su extradición, más la declaración de sectores políticos radicales, más la pena de muerte para delitos de espionaje, disparaban los nervios y la sensación de peligro por su vida.

Ante este escenario,  Julian sabía que tenía que actuar rápido para evitar ser extraditado y, mientras pensaba y analizaba sus opciones, un país sudamericano pequeño en el contexto mundial se le cruzó como si un milagro se le hubiera presentado como respuesta a sus angustias.

Ecuador, un país pequeño conocido poco en el contexto mundial, había comenzado a construirse una imagen de país reformista, gracias a los procesos de cambio estructural iniciado  hace cinco años. Su Presidente, un hombre joven con gran liderazgo regional por su irreverencia contra las posiciones de poder de los países que tradicionalmente habían dominado la geopolítica, se identificaba mucho con causas como la de Julian. Las declaraciones apresuradas de un miembro importante de su gobierno invitando a Julian al Ecuador a fijar su residencia prendieron las luces de un desenlace previsible.

Hasta ese momento Julian y sus abogados habían tomado las declaraciones del funcionario gubernamental como una demostración de simpatía, pero a medida que pasaba el tiempo, y luego que tuvo la oportunidad de entrevistar al Presidente suramericano, la percepción de simpatía se comenzaba a transformar en la única boya salvavidas que tenía a la mano.

La figura de asilo político comenzó a tomar forma en la mente de sus abogados con el fin de evitar su extradición, pero para lograrlo tenían que liberar a Julian de la custodia policial del Reino Unido.  En una típica noche inglesa y ya al amanecer, el hombre que había alcanzado  fama por visibilizar lo que ya se conocía, pero que muchos callaban por temor, en una acción digna de los libretos de las novelas de James Bond, logró escapar de su vigilancia y en lo que demora un abrir y cerrar de ojo apareció al interior de la delegación diplomática ecuatoriana con la solicitud de asilo político en mano.

Este evento puso al Ecuador en la palestra mundial,  generando una gran expectativa por su eventual desenlace. A partir de este momento Julian pasó a segundo plano, pero catapultó al Ecuador a escenarios tremendamente complicados. O el pequeño país suramericano inicia una frontal lucha por los derechos humanos o privilegia las buenas relaciones internacionales con países poderosos, que -además- son sus principales socios comerciales.

Continuará.

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