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El Telégrafo

Jugar a nivel mundial

31 de mayo de 2013

Se informa en estos días que Irán espera de Latinoamérica un papel importante para un desenlace pacífico de la crisis en Siria. Nada menos. Un desafío difícil, pero del cual los gobiernos progresistas y populares de Latinoamérica debieran hacerse cargo.

El de Siria es hoy un problema de alta seguridad a nivel mundial. Es obvio que el Gobierno sirio tiene claros sesgos autoritarios, así como lo es que la resistencia ha sido infiltrada y abultada desde los países occidentales, que la han provisto de armamento sofisticado que nunca una simple resistencia espontánea podría conseguir. Todo ello ocurre en un país instalado en el Medio Oriente, de complicada cercanía con Israel, y que ha tenido una política de importancia -si bien con virajes parciales- para poner límites al principal aliado de los Estados Unidos.

Lo que ocurra en este caso es fundamental para el mundo; el simple abandono del país entregándolo a “la resistencia” (es decir, al poder occidental de Estados Unidos y sus amigos) repetiría lo sucedido en Libia, con el enorme agravamiento de que en este caso se trata de un país estratégicamente más fuerte y decisivo, y por cierto más poblado. Las posibilidades de una conflagración militar con Irán -movilizadas desde Israel- se harían así mucho mayores.

Es hora de cortar con la prepotencia absoluta de los países capitalistas centrales, que ya hicieron invasiones armadas a Afganistán, Libia e Irak. Ese procedimiento, ya sea abierto o por vías solapadas, tiene que hallar límites. Por supuesto, Latinoamérica sola -y no se trata de toda Latinoamérica, por cierto- no puede. Pero recostándose en otros países asiáticos y africanos, podría lograr poner freno al posicionamiento de Estados Unidos y sus países aliados como gendarmes absolutos a nivel mundial, lo cual hacen so pretexto de “sembrar la democracia y sustentar la paz”.

Por supuesto que sería una jugada con costos, y que ponernos de actores a nivel planetario podría implicar represalias diplomáticas y económicas, a la vez de otras encubiertas y menos previsibles. Pero a la vez, no podemos seguir jugando en segunda división, como si el resto del mundo nos fuera ajeno.

Y por otra parte, la participación latinoamericana en buscar una salida al conflicto que no sea la intervención occidental podrá acarrearnos nuevos aliados y amigos, dispuestos a ayudarnos, tanto en momentos prósperos como en otros de dificultad o de zozobra, a la vez que se contribuiría a un mapa menos asimétrico de la composición del poder a escala planetaria.

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