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El Telégrafo
Melania Mora Witt

Jean Jaurés, el humanista

09 de agosto de 2014

Su nombre me fue familiar a partir del conocimiento de su obra Historia Socialista de la Revolución Francesa, que publicada en 1901 debió ser traducida en la década del 20 del siglo pasado. Una cuidada edición formó parte de la biblioteca de mi padre, habiendo sido adquirida en Piura por mi abuelo liberal, que la obsequió a su hijo socialista.

El 31 de julio se cumplió un siglo del asesinato de Jean Jaurés en el Café Croissant de París a manos de un extremista de derecha, pocos días antes de que se iniciara la I Guerra Mundial. Su centenario ha convocado a los sectores más diversos para rendir homenaje a quien fuera filósofo, historiador y docente, pero, sobre todo, ideólogo del movimiento obrero francés por cuya unidad trabajó incansablemente a través de su partido, el Socialismo Unificado-Sección Francesa de la Internacional Obrera.

Nacido en 1859 en una familia de la pequeña burguesía, adhirió a las filas del Partido Republicano. La huelga de los mineros de Carmaux -con cuya lucha se identificó- lo condujo hacia el socialismo, habiendo resultado electo diputado por los trabajadores. A partir de entonces su vida estuvo dedicada a la defensa de los intereses de la clase obrera francesa y mundial, pues consideraba que “…el capitalismo lleva en sí mismo las guerras como las nubes llevan la tormenta…”. Escribió numerosas obras, encauzadas en su visión humanista y de izquierda. Acompañó a Zola en la defensa de Dreyfus. En 1904 fundó el diario L’Humanité, cuyo nombre resume su pensamiento. En 1905 logró la unificación del Partido Socialista. Se opuso al colonialismo y participó activamente en la consecución de mejores condiciones para la clase obrera.

Pacifista convencido, libró una gran batalla contra el colonialismo francés y la extensión a 3 años del servicio militar obligatorio. Llamó incansablemente a la unidad de los trabajadores europeos para obligar a sus gobiernos a descartar la guerra, participando en congresos en los que fue acompañado, entre otros, por Rosa Luxemburgo, que sería eliminada más tarde por la misma causa. Ello creó una atmósfera hostil en el ambiente chauvinista que se vivía en Francia. Su asesinato se dio en ese contexto.

Numerosos homenajes se le han rendido. Plazas y calles de Francia llevan su nombre y varios monumentos lo recuerdan. En 1915, Trotsky escribió: “Pasará a la historia como el precursor, el prototipo del hombre superior que nacerá de los sufrimientos y las caídas, de las esperanzas y la lucha…”.

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