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El Telégrafo

Jaime Roldós y el peso de las coincidencias

29 de mayo de 2013

¿Dónde estaba usted cuando se anunció la muerte del entonces presidente ecuatoriano Jaime Roldós? Al atardecer del 24 de mayo de 1981, el Ecuador entero se conmovió. Como era domingo, la noticia fue anunciada en los púlpitos de muchas iglesias, durante la última misa. Hoy, 32 años después, un documental nacional, realizado por Manolo Sarmiento y Lisandra Rivera, sitúa esa tragedia –que permanece aún rodeada de un entorno oscuro− dentro del contexto histórico de otro de los casos latinoamericanos que intentó cambiar el rumbo de la política. El documental, con muy buenos recursos y trama, aborda el período de retorno a la democracia y la llegada de Jaime Roldós a la Presidencia en 1979.

Echemos un vistazo a la época. A principios de los 70, la CIA estaba preocupada por la irrupción inesperada del gobierno socialista de Salvador Allende en Chile. Tras la ejecución de un plan muy bien maquinado, logró derrocar su gobierno democrático con el golpe de estado que en 1973 dio origen a una de las dictaduras más sanguinarias de Latinoamérica: la de Augusto Pinochet, cuyo máximo asesor de la economía fue el gurú neoliberal: Milton Friedman.

¿Fue una misteriosa
coincidencia lo sucedido
en los dos accidentes aéreos,
o quizás dos piezas de un mismo plan?
Hubo otros movimientos “nacionalistas” que aparecieron en la región, como los de Velasco Alvarado en Perú y Rodríguez Lara en Ecuador. En esos años, nuestro país se unió a la OPEP y obligó a las petroleras a pagar más regalías. La reacción tardó pero no dejó de cumplirse luego de la caída del ‘Bombita’ y la instauración del nefasto triunvirato. Una vez más, otro intento latinoamericano de rebelarse fue sofocado por quienes se consideraban dueños de la región. Sin embargo, un golpe inesperado para el imperialismo fue el triunfo de la revolución sandinista y la caída de Anastasio Somoza, uno de sus hombres clave en Centroamérica, a quien en el norte acuñaron con la célebre frase: He is a son of a bitch, but is our son of a bitch.

Fue durante aquellos años agitados cuando uno de los líderes de esa revuelta, el poeta Ernesto Cardenal, estuvo en mi casa, al igual que otros líderes latinoamericanos del momento. De mi padre, Raúl Falconí, embajador del Ecuador ante la OEA en el gobierno de Jaime Roldós –cuyo testimonio recoge el documental mencionado−, recibí el legado de la dignidad, como el mayor bien intangible que conservo en mi corazón y memoria.

Fue en ese contexto de nuestro continente −cuando desde el norte se orquestaba el retorno a una democracia bajo control−, que apareció el líder popular Jaime Roldós, que en las elecciones derrotó con gran amplitud a los candidatos oficiales. Luego de su triunfo, las medidas sociales tomadas en su gobierno y sus denuncias contra el endeudamiento externo ilegítimo fueron muy claras. Pero fue especialmente su política internacional, que recuperaba la línea nacionalista y cuestionaba  a las dictaduras latinoamericanas como a la argentina, el factor de preocupación política que empezó a inquietar en el norte del continente.   

Los rumores inmediatos, de que la muerte del presidente ecuatoriano no fue accidental, se vieron reforzados dos meses más tarde, cuando el 31 de julio de 1981, el presidente panameño Omar Torrijos (el mismo que había conseguido que la zona del canal de Panamá fuera devuelto a sus dueños) murió a los 52 años de edad, en la explosión inexplicable de su aeronave en pleno vuelo. ¿Fue una misteriosa coincidencia lo sucedido en los dos accidentes aéreos, o quizás dos piezas de un mismo plan?

Esta duda persistente en el tiempo se vuelve hoy un motivo de peso para reabrir la investigación sobre el fallecimiento de Jaime Roldós Aguilera y aclarar, de una vez, aquello que el “tupido velo”, tendido desde algún lugar no misterioso, nos ha impedido hasta ahora conocer la verdad.

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