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El Telégrafo

Izquierdas derrotadas

25 de febrero de 2013

Los candidatos Alberto Acosta y Norman Wray, junto con los sectores políticos que les auspiciaron, se identificaron como izquierdas. En sus programas hubo planteamientos interesantes y varios de ellos, incluso, merecen ser considerados por el próximo gobierno de Rafael Correa.

Sin embargo, Acosta quedó en sexto lugar (3,3% de votos) y Wray en séptimo y penúltimo lugar (1,35%), ambos incluso por debajo de Lucio Gutiérrez (6,85%), Mauricio Rodas (4%) y Álvaro Noboa (3,68%), y a distancia de Rafael Correa (56,67%).

Wray fue candidato por Ruptura de los 25, agrupación que no demostró viabilidad; Acosta fue candidato por la Unidad Plurinacional de las Izquierdas (Montecristi Vive, Poder Popular, una fracción del Socialismo, Pachakutik y MPD), y fue esta izquierda la que confrontó abiertamente con Correa, ofreciendo, “ahora sí”, hacer la revolución, con apego a la Constitución de 2008.

Pero estas izquierdas no perdieron por sus programas. El dogmatismo político entre sus filas les hizo abanderar la tesis de que eran la “única, verdadera y auténtica izquierda”, negándole cualquier calidad similar al gobierno de Correa, que había logrado cambios sociales innegables; y la ideologización entre sus intelectuales y académicos (incluso algunos reconocidos marxistas), les condujo a análisis errados de la realidad ecuatoriana, bloqueando así su comprensión y evaluación del nuevo ciclo histórico que vive Ecuador desde 2007.

MPD, Socialistas y líderes de Pachakutik provenían de la vieja “partidocracia” (hay historia suficiente para comprobarlo, como el antiguo apoyo a Lucio Gutiérrez); tenían deuda con la democracia ecuatoriana por haberse unido al intento de golpe de Estado contra Correa el 30-S; con frecuencia, en sus discursos y escritos no se diferenciaron de las derechas que sistemáticamente atacaban al “correísmo” de autoritario, totalitario, criminalizador de la protesta social, conculcador de derechos y libertades, hiperpresidencialista, neopopulista, neodesarrollista, etc., etc.

Pero, en las pasadas elecciones, el país se pronunció por una nueva izquierda; de manera que, tras su derrota, las izquierdas ortodoxas, que anuncian que continuarán en su lucha, también van a tener que superar sus viejos dogmatismos y actualizar sus fundamentos teóricos para comprender la realidad, de manera que se pueda tender puentes para una futura unidad de las izquierdas, que vuelva imparable la proyección del Ecuador hacia una nueva sociedad.

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