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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

Izquierda política o ideológica

16 de octubre de 2014

El término izquierda política nació con el triunfo de la Revolución Francesa, pero más que por principios filosóficos, fue resultado de una votación el 11 de septiembre de 1789, cuando la Asamblea Constituyente  discutía un artículo de la nueva Constitución que establecía el veto absoluto del rey a las leyes aprobadas. Los diputados que estaban a favor de la propuesta, aceptando el mantenimiento de hecho del poder absoluto del monarca, se situaron a la derecha del presidente de la Asamblea. Los que estaban en contra y defendían que el rey solo tuviera derecho a un veto suspensivo y limitado en el tiempo, ubicando a la soberanía nacional por encima de la autoridad real, se situaron a la izquierda del presidente. De esa manera el término ‘izquierda’ quedó asociado a las posiciones que buscan el cambio político y social, y por supuesto, ‘derecha’ se ligó a los que se oponían a dichos cambios.

La izquierda política, por definición, considera prioritario el progresismo y la consecución de la igualdad social por medio de los derechos colectivos o sociales, frente a los intereses netamente individuales y privados que mantienen una visión tradicional o conservadora de la sociedad y que son representados por la derecha política. La izquierda es profundamente laica, internacionalista y progresista, igualitaria e intercultural. Y por esto se divide en una multitud de ramas ideológicas. Carlos Alberto Libanio Christo, fraile dominico brasileño más conocido como Frei Betto, teólogo de la liberación, dice: “Ser de izquierda es, desde que esa clasificación surgió con la Revolución Francesa, optar por los pobres, indignarse ante la exclusión social, inconformarse con toda forma de injusticia o, como decía Norberto Bobbio, considerar una aberración la desigualdad social”.

La Asociación Internacional de los Trabajadores (AIT) en 1864, en su búsqueda de una clara interpretación sobre la conquista de la igualdad social, dio lugar a dos tendencias de la izquierda, con diferente evolución y, en muchos aspectos, antagónica. Por una parte, el anarquismo, que tiene su origen en el siglo XVIII y considera que toda forma de autoridad impuesta o poder político eran corruptos y opresivos en sí mismos, siendo necesaria su supresión.  Por otra, el socialismo de inicios del AIT, encabezada por Marx, quien creó el socialismo marxista y que con Engels  constituyó su versión científica. Al disolverse la AIT, Marx propugnó que se formaran partidos socialistas o socialdemócratas en cada Estado, siendo el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) el primero que sirvió de modelo al resto de partidos socialistas marxistas europeos. Esto terminó con el estallido de la I Guerra Mundial y a raíz del triunfo de los bolcheviques en la Revolución de octubre de 1917 se produjo la escisión del socialismo en dos grandes corrientes. El comunismo, presentado como la versión más apegada a los postulados revolucionarios del marxismo, propugnando la igualdad mediante la revolución social. Lenin modifica esta ideología para adaptarla a las nacientes Repúblicas Soviéticas con la tesis de la dictadura del proletariado o la creación de un Estado obrero marxista-leninista. El Partido Comunista así creado fue a su vez ideológicamente modificado por Stalin con las conocidas consecuencias. Finalmente, la socialdemocracia moderna nace como rechazo al modelo bolchevique de Lenin y su negación a los valores de la democracia liberal. Los marxistas continuistas, que se consideraban los fieles seguidores de Marx, fueron superados en Europa por los marxistas reformistas que seguían los postulados del revisionista Eduard Bernstein, quien afirmaba que Marx estaba equivocado. Esta corriente se impuso finalmente después de la II Guerra Mundial, creando el nuevo concepto socialdemócrata entendido como una forma de socialismo.

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