¡Ya sobran los candidatos para las próximas elecciones de febrero 2013! ¿Por qué tanto afán de servir a la patria en puestos de poder? A ver si desenmascaramos a los farsantes que se presentan para confirmar el país en la miseria, la corrupción y la desigualdad.
Una cosa positiva es que cada vez menos ecuatorianos vamos creyendo los discursos de campaña electoral y cada vez más exigimos participar en las decisiones que nos conciernen. Pero eso no basta. No podemos quedarnos en grandes lamentos y declaraciones que no manifiestan una nueva manera de vivir personalmente ni una integración en alguna organización que comience a llevar adelante los cambios que queremos.
Es de suma importancia que volvamos a la tradicional ubicación “derecha-izquierda” que muchos dicen superada… para confundirnos mejor. El rotundo fracaso de los partidos políticos de derecha hace que no se presenten como de derecha, sino como independientes, de centro, de renovación, de cambio, etc.
Para ser claro y resumido, diremos que los partidos de derecha son los que se suman al capitalismo con su lucro indefinido y sin límite. Para los partidos que se autoproclaman de izquierda, el socialismo sería su brújula, es decir la construcción de un poder popular anticapitalista, participativo en las decisiones legislativas, ejecutivas, judiciales, electorales y fiscalizadoras.
Una segunda cosa importante es dejar de un lado las superficiales y poco inteligentes evaluaciones de los candidatos, como las del tipo: “¡Qué bello!” o “Habla muy bonito” o “¡Qué macho!” o “¡Este me dio o me quitó el bono!” o “No tuve la casita que quería”… Debemos exigir a los candidatos presentar su proyecto político, es decir, cuáles son primero sus principales objetivos en lo económico, político, social, cultural y ético, luego los medios para alcanzar estos objetivos y finalmente los pasos que se van a dar a corto y mediano plazo.
A los cristianos que mayoritariamente decimos que no nos metemos en política, pero que casi siempre votamos por los partidos de derecha, Jesús nos dice: “Sean sencillos como palomas y astutos como serpientes”. Sencillos para escuchar bien y no dejarnos embaucar por el que más grita, regala gorras y camisetas o nos da bonos para su banca o su comisariato. Astutos para ir a lo esencial y conocer adónde nos van a llevar con sus promesas imposibles o engañosas. Y a reunirnos para entender mejor, organizarnos y participar. Aquel que se desinteresa no tiene luego derecho a criticar.