A imitación de lo que su protector incondicional, basado en la doctrina Monroe, ha hecho de América Latina y el Caribe, reconocido por el mismo secretario de Estado, John Kerry, al afirmar que dejará de hacerlo, Israel está haciendo del Oriente Medio su patio trasero.
Cuenta para ello con su agencia de inteligencia, el Mosad, dotada de licencia para matar, como la CIA. Se constituye en fortaleza amurallada, levantado muros en sus fronteras con Siria, Egipto, Cisjordania, adentrándose aquí hasta 22 kilómetros en ciertos lugares, para establecer asentamientos densamente poblados.
El sur del Líbano estuvo ocupado por Israel, y los altos del Golán lo están tras la Guerra de Seis Días desde 1967; Israel desoye desde entonces la resolución 242 que dictó el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que lo obliga a retirar sus fuerzas armadas de los territorios ocupados.
De igual manera incumple reiteradas resoluciones de las Naciones Unidas e impide ayuda humanitaria a los habitantes de Gaza, violaciones sin fin, pretendiendo ser el dueño absoluto de la región.
Actualmente, en la Franja de Gaza, sometida a un férreo bloqueo israelí desde 2006, la única planta eléctrica carece de combustible, por lo cual hay 18 horas diarias de apagones, que ante la proximidad del invierno hará aún más catastrófica la crisis humanitaria.
Irán también sería parte de su patio trasero. El régimen israelí, que cuenta con más de 400 bombas y misiles nucleares, le niega el derecho a tener uranio enriquecido y producir energía nuclear con fines pacíficos.
En la reciente reunión de la OPAQ, el representante persa denunció la amenaza que representan las armas de destrucción masiva del régimen israelí para la seguridad en el Oriente Medio, el único en la zona que nunca ha permitido que revisen sus instalaciones nucleares, negándose a firmar el Tratado de No Proliferación.
Israel también condena el uso de armas químicas, cuando las ha utilizado contra los palestinos en Cisjordania y Gaza, contra Líbano y Gaza durante los ataques militares de 2006 y durante la operación ‘Plomo fundido’ contra Gaza en 2008-2009.
Cabe preguntar ¿Por qué el lobby israelí sigue teniendo una influencia desproporcionada en la política internacional de EE.UU., sobre todo en Oriente Medio? Pregunta que se hacen en Harvard.
Y cabe añadir que la presencia de Netanyahu en el sepelio de Mandela hubiera sido como de mosca en leche, dada la estrecha relación que mantuvo Israel con el régimen racista del apartheid, que aplica ahora a los palestinos. Por eso no fue, pero adujo una disculpa cicatera: el costo del viaje.