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El Telégrafo

Investigación: más que maquillaje

15 de noviembre de 2013

Por mí, que no se elimine. Total, si yo sufrí para graduarme, no veo motivo por el cual las nuevas generaciones deban tenerla más fácil. Aunque las razones son válidas. Ciertamente, la tesis se ha convertido en un suplicio para los recién egresados que están más enfocados en ingresar a un extremadamente competitivo mercado laboral que en lidiar con un requerimiento casi administrativo. Las tesis terminan convirtiéndose en una composición amorfa, entre recolección de citas y plagio descarado, cuyo único fin parece ser apilarse en alguna bodega universitaria. El tiempo, sin duda, podría ser utilizado de manera más productiva.

Pero esto también es un reflejo de nuestro acercamiento a la investigación.

Las propuestas de Yachay e Ikiam muestran ese interés por desarrollar una investigación enfocada y alineada a las necesidades de la sociedad civil, mientras la inversión en otros campos busca el desarrollo del conocimiento. Sin embargo, se necesita algo más que
buena voluntad, infraestructura y prometeos. Hay todo un sistema cultural dentro de nuestros campos de investigación que debe cambiar. Y la eliminación de la tesis es un reflejo de esto.

No formamos investigadores. Formamos profesionales,
bien o mal, pero no existe
el desarrollo de una cultura
de investigación.

Es decir, no formamos investigadores. Formamos profesionales, bien o mal, pero no existe el desarrollo de una cultura de investigación. El hecho de que la tesis de grado se haya convertido en algo meramente burocrático, demuestra que no hemos estado dispuestos a darle un valor académico, menos aún un valor social. Los incentivos para desarrollar una investigación que supere la recolección de citas o la redacción de proyectos han sido inexistentes.

No hay el incentivo, pero tampoco las herramientas. Además de las evidentes limitaciones técnicas para la investigación en las ciencias exactas, no hay una sistematización para la recolección de datos ni para crear bases de datos que sirvan para generar investigación que superen lo especulativo. Nuestras ciencias sociales, como herencia colonial, teológica y filosófica, son marcadas por los temas excesivamente descriptivos desconectados de los valores cuantitativos que son la norma dentro de la producción académica internacional.
Los pasos que se están dando son pasos importantes, pasos que resuelven las urgencias de nuestro mercado y nuestra realidad
académica. Faltan muchos, profundos, de fondo, para que lo que se está haciendo sea más que maquillaje.

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