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El Telégrafo

Internet en alerta máxima

24 de enero de 2012

Los proyectos que discute el senado de los Estados Unidos, SOPA contra la piratería y PIPA para proteger la propiedad industrial, ambos por sus siglas en inglés, podrían llegar a tener serias consecuencias para  el mundo, a pesar de los valores legales que buscan proteger.

Detrás de estos proyectos están farmacéuticas, editoriales, productoras de cine, conglomerados de medios de comunicación, la industria del entretenimiento y de la música, entre otros; y la bancada republicana del congreso de los Estados Unidos. Quienes están en contra dicen que sufren millonarias pérdidas gracias a que no tienen protección suficiente en Estados Unidos y casi ninguna en el extranjero y que se han perdido alrededor de un millón de empleos formales en los últimos dos años.

Al Estado le significa dejar de percibir ingresos por impuestos que se causarían por las utilidades que se dejan de generar. Entre otras es por eso que los TLC con Estados Unidos tiene cláusulas tan estrictas en materia de propiedad industrial e intelectual, y ese es uno de los motivos por los que esos tratados tienen negociaciones tan duras, como el caso de la producción de medicamentos genéricos en los países en vías de desarrollo que pone en desventaja la salud de sus pueblos.

En contra de estos proyectos están, además de los millones de usuarios de Internet en el mundo, las plataformas, los servidores, los motores de búsqueda, como Google, Wikipedia, YouTube; y las redes sociales, como Facebook y Twitter, entre otros; porque el proyecto busca trasladar la responsabilidad del Estado a estas compañías para bloquear o vetar material que se cree que atenta contra la propiedad intelectual o es pirata. Digo que se “cree” porque no media sentencia judicial y si ellas no controlan  los contenidos que se mueven en sus páginas pueden ser sancionadas, dejando de paso la posibilidad de  que se puedan crear listas negras con los sospechosos de haber violado la propiedad intelectual.

Los opositores alegan que son más los empleos informales que los formales que genera  Internet y, además, que estas leyes pueden poner en riesgo la innovación y la creación de nuevas tecnologías.

Somos muchos los que decimos que estas leyes pondrían en riesgo la libertad de expresión. Si la cuna de las libertades y las garantías, que es Estados Unidos, llega a poner la pauta, ¿qué se podrá esperar de gobiernos menos respetuosos, que podrían limitar y manipular la información a sus deseos? Si así fuera, movimientos como la “Primavera árabe” y su efecto multiplicador nunca serían posibles, porque la información y el conocimiento nos hacen libres.

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