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El Telégrafo

Intelectuales de ayer

21 de septiembre de 2013

En estos tiempos de debates sobre temas cruciales, es indispensable reflexionar sobre el papel de los intelectuales, de ayer y hoy, en  Ecuador. El concepto de “intelectual orgánico”, propuesto por Gramsci, se refiere al rol de los mismos en los procesos de cambios políticos y sociales revolucionarios. Ellos, como teóricos, lideran las líneas de pensamiento y opinión. Son indispensables. Su influencia se da en los procesos con los que se espera llegar al poder, es decir al Gobierno, para influir en los cambios del Estado y desde allí tratar de cambiar la formación social o modalidad productiva capitalista.

Aquí se plantean dos ejemplos nacionales en la historia del siglo XX, Benjamín Carrión y Agustín Cueva. De la obra “Literatura y sociedad en el Ecuador” (publicada merced a la iniciativa de la “Colección Memoria de la Patria” del Programa Nacional de Educación para la Democracia del Ministerio de Educación -año 2009-, liderada por el ministro Raúl Vallejo, y difundida merced al estímulo del diario El Telégrafo), citamos del prólogo de Juan Valdano esta perla referida a la narrativa, pero que explica el aporte de los intelectuales en el campo político:

“El conocimiento que proporciona la literatura es más completo y totalizador, va más allá de la percepción lógica de las cosas. Su captación no solo es racional, puede ser también intuitiva. De hecho nos pone en contacto con los diversos niveles de la experiencia: lo conceptual, lo emotivo, lo sensorial, lo imaginativo y lo volitivo. Lo particular del detalle nos remite a lo universal del significado. La obra literaria aspira a la captación total de la realidad. La verdad de la literatura es la conciencia de la sociedad que, a través de ella, se refleja a sí misma. Una forma de esa conciencia es la ideología implícita que subyace en toda obra de arte”.

“Entre la ira y la esperanza”, de Cueva, publicado en 1967, es diferente a “El cuento de la patria”, de Benjamín Carrión, publicado treinta años antes. Dos escenarios, dos generaciones, dos visiones, dos intelectuales. El intelectual orgánico de ayer se esperaba lidere ideológicamente a su grupo, pero hoy, además de teórico, el líder tiene que ser pragmático para enfrentar a los intelectuales de derecha que sirven al capital y al mercado, la lucha es en los dos campos. Los líderes de hoy, para que se pueda lograr una sociedad justa e igualitaria, deben ser teóricos y pragmáticos para dar respuestas colectivas materiales cotidianas.

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