Publicidad

Ecuador, 27 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Inflación mediática

15 de abril de 2013

La semana pasada fue un claro ejemplo de los juegos mediáticos de la comunicación privada y su agenda informativa a merced de sus gustos y necesidades; y fiel reflejo de la poca capacidad de innovación, lo cual se reduce a imitar, en gran medida, lo que otros proponen o discuten. Este tipo de medios puede conjugar tiempos, historias, sucesos, hechos diversos en un marasmo de crónicas confusas y carentes de contextualización y peor aún de intenciones a favor de mejorar la reflexión de sus audiencias. Sin duda, la televisión privada está en la cima de esta pobreza mediática.

Da lo mismo relatar la muerte de ese personaje vergonzoso como Thatcher o de la Guga Ayala o las supuestas muertes de algunos de los miembros de los pueblos no contactados. Se hacen apologías sin el más mínimo contexto histórico; solo les basta repetir lo que ha dicho otro medio internacional o quizás alguna agencia internacional de noticias. O se inventan afectivamente atributos y aportes de figuras que poco han contribuido a la memoria histórica del país y que en el mejor de los casos pueden servir para el estudio antropológico. O peor aún, buscan imágenes, secuencias, enfoques que puedan enseñar un momento sórdido de la muerte ajena. Así ya vemos el juego mediático sobre los pueblos no contactados, de pronto emergen “expertos” que pueden analizar la crisis entre las Coreas o el problema de la explotación ilegal de madera en la Amazonía.

Son los mismos “analistas” que siguen un mismo patrón o, como se suele ahora llamar, “matriz” de opinión que lleva a concluir que, por último, es el Gobierno o el Estado el culpable porque hace o porque no hace. Y que alguno puede aprovechar para promocionar nuevamente cierta producción documental. Si se sigue este patrón de comportamiento, resulta que los medios continúan considerándose como imparciales y objetivos, y lo peor, creyendo que solo reflejan puramente la realidad, cuando son ellos los que importan, producen e irradian un conjunto de estereotipos sociales.

Miremos la parrilla informativa, de entretenimiento y aparecen como dos mundos separados, por un lado, nos cuentan el mundo de las noticias en su pureza y, por otro, reproducen modelos  de héroes y heroínas que se sostienen sobre la violencia enmascarada del ascenso y prestigio social del ser rico y poderoso. Y si eso tiene efectos negativos en la sociedad, se declara que el televidente tiene el poder en su control remoto y punto; afirmación falsa, cuando la programación bien sabemos está definida, determinada por las ganancias que los dueños exigen de sus empresas. Todo esto es un juego de inflación mediática con marcada tendencia ideológica y política neoliberal. Inflar la realidad para hacerla creíble y volátil, buscando sesgar la opinión pública.

Un manejo del tiempo social a su libre albedrío y con un cinismo de desconocer su responsabilidad en el juego de la violencia social. Esperemos a que en junio, por fin, se apruebe la Ley de Comunicación.

Contenido externo patrocinado