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El Telégrafo

Inferno

15 de agosto de 2013

“La Divina Comedia” es el poema épico de Dante Alighieri, escrito a partir de 1308 y representa el trabajo más prominente de la literatura italiana y probablemente uno de los mayores escritos de las letras mundiales. Es una visión alegórica de lo que sucede después de la muerte, desde el punto de vista de la Iglesia Occidental de la época y al igual que el Quijote de Cervantes ayudó a establecer el castellano como base de la lengua española, esta obra contribuyó a que el dialecto toscano en el cual está escrita, sea el idioma italiano generalizado. En el contexto, Dante describe el viaje a través del “Inferno, Purgatorio y Paradiso”, pero en lo espiritual representa imaginativamente la travesía del alma en la búsqueda de Dios.

No voy a disertar sobre el magistral Dante Alighieri, pues carezco de las habilidades intelectuales para hacerlo; pero tenía que mencionarlo, pues voy a contarles mi viaje a través del “Inferno”, título de la sexta y reciente novela  del escritor estadounidense Dan Brown (célebre por su obra “El Código Da Vinci”) que utiliza precisamente la simbología oculta de “La Divina Comedia”, en la que retrata al infierno como un reino altamente estructurado y poblado por entidades conocidas como “sombras”, almas sin cuerpo atrapadas entre la vida y la muerte.

Dan Brown: “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral”La prosa de Dan Brown es ágil y atrapa inmediatamente al lector en la trama de una historia de misterio y suspenso en la que nuevamente el protagonista es Robert Langdon, profesor  de simbología de Harvard, y su ubicación está  entre la hermosa ciudad de Florencia, la bella Venecia y la impenetrable Estambul. Con detalles muy precisos, Brown asegura que la descripción de todas las obras de arte, literatura, ciencia  y las referencias históricas y geográficas  que aparecen en su novela son reales. Si esta novela tiene éxito (y no dudo que la tendrá) no será raro que los inadvertidos turistas de Florencia, Venecia y Estambul busquen los signos narrados en este libro. Así lo hicieron en París con “El Código Da Vinci”, en Roma con “Ángeles y Demonios” y en Washington con “El Símbolo Perdido”. Asegura que “El Consorcio”, oscura y poderosa empresa que vende impunidad, existe con oficinas en siete países y, por supuesto, que el malvado objetivo del multimillonario genetista llamado Bertrand Zobrist de contaminar con un virus que esterilice discrecionalmente a los seres humanos es la solución total a la sobrepoblación mundial, además del único camino para generar una raza humana superior y que obtenga un muy alto nivel de vida con los escasos recursos del planeta, que ahora serán suficientes.

Dante utiliza el número diez como número cabalístico o pitagórico, pues su obra consta de diez cánticos y al averno lo describe con diez niveles, con sus nueve círculos más el anteinfierno, donde se encuentran los “ignavi”, es decir los indiferentes. Brown por su parte, nos introduce en su “thriller” precisamente diciendo: “Los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que mantienen su neutralidad en épocas de crisis moral”,  y en su entretenida narración presenta frecuentemente la necesidad de que la gente se defina en los cruciales temas de ética, de principios y de valores. Yo concuerdo con él: las pailas más calientes del infierno tienen que estar destinadas para los impasibles, indiferentes y vacilantes que esperan que otros decidan con soluciones bastante bizarras, sobre los graves problemas nacionales y mundiales. Siempre es posible sacar una conclusión moral, así sea de una novela ligera.

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