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El Telégrafo
 Konstantin Klein

No estamos indefensos frente a los hackers

08 de enero de 2019

Hace tiempo lidiamos con una industria del espionaje de datos. Los flancos débiles son buscados, analizados al detalle y aprovechados sin escrúpulo alguno. Uno de esos flancos está ubicado, generalmente, a medio metro de las pantallas de los ordenadores: el usuario. Es decir, la persona que después se queja porque sus datos aparecen donde no deberían.

La protección de los datos es una competencia constante entre agresores y agredidos. En el nivel de conocimiento técnico actual, unos llevan la delantera algunas veces y los otros están un paso adelante en otros momentos. Pero, básicamente, ambos bandos se enteran casi al tiempo sobre las fortalezas y debilidades de la tecnología.

En realidad, no es tan difícil proteger los datos. La manera más sencilla es crear la menor cantidad de datos posibles. Sería un paso en la dirección correcta confiarle los datos exclusivamente a una instancia que valore la protección de la información y la seguridad informática.

Lo ideal no es concentrar nuestros datos en las nubes virtuales, por muy fácil que eso sea, sino hacerlo en los servidores de proveedores que se apeguen a las reglas de protección de datos europeos. Solo los datos que uno quiere compartir rápidamente con el tío o la abuela (fotos de la familia, de las vacaciones o de la mascota) pueden circular sin ser codificadas. Todo lo demás debe ser codificado por cuestiones de seguridad.

Para garantizar que nuestra comunicación es segura, es recomendable usar un servicio de mensajes codificados como Signal o Threema en lugar de recurrir al correo electrónico, que es inseguro por diseño. Los grupos de Facebook y WhatsApp no son seguros; si lo fueran, las actividades online de los extremistas no estarán en manos de la Fiscalía. Y, para terminar, deberíamos cerrar la fisura más aprovechada por los agresores: el propio descuido en el manejo de nuestros datos. Por muy seguro que parezca un e-mail, no es bueno abrir un documento adjunto ni un enlace que no ha sido solicitado. Cuando las empresas con empleados encargados de la seguridad informática prohíben el uso de ciertos servicios online en las computadoras de la compañía, no lo hacen por ser aguafiestas, sino porque es su trabajo prevenir ciertos riesgos y evitar que los datos de la firma sean puestos en peligro. El hecho de que se sigan anunciando penosas filtraciones de datos en 2019 demuestra que el asunto no está siendo tomado tan en serio como debería. (I) 

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