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El Telégrafo
Alicia Galárraga*

Incineradas en Manhattan

09 de marzo de 2022

"Ese día conocí un nuevo sonido: el ruido sordo de cuerpos envueltos en llamas que descendían 25 metros a toda velocidad para chocar contra aceras de piedra".

Así narró Williams Shepard, reportero del United Press, el incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist, ubicada en un edificio de Manhattan. Era la tarde del 25 de marzo de 1911. 

En efecto, 123 obreras y 23 obreros murieron calcinados o asfixiados por el humo de un pavoroso incendio. Otros, como lo presenció Shepard, en un intento desesperado por salvar sus vidas, se lanzaron por las ventanas del edificio desde el octavo o noveno pisos. 

Las víctimas eran inmigrantes europeos y la mayoría tenían entre 14 y 23 años de edad. Las labores de reconocimiento fueron devastadoras para sus familiares, tanto por la forma atroz en que fallecieron como por las huellas que el flagelo dejó en sus cuerpos. De hecho, a siete cadáveres fue imposible identificar. 

"Caía una lluvia torrencial. Como si el cielo y la tierra participaran en la tragedia. Podías tocar el dolor en el aire". 

Mary Domsky-Abrams, sobreviviente del voraz incendio, lo recordó el 5 de abril de 1911. Ese día, una procesión con las 146 víctimas mortales recorrió Nueva York. 600.000 trabajadores las acompañaron. 

Un año antes, las mujeres cuyos cadáveres recibían un homenaje póstumo en las calles de La Gran Manzana, participaron en marchas para exigir que se mejoren sus condiciones laborales: recibían salarios de 60 dólares mensuales por jornadas de 70 horas a la semana.

La justicia no determinó las causas que originaron el incendio. Los dueños de la fábrica fueron declarados inocentes. ¿Inocentes cuando sus acciones y omisiones provocaron la peor desgracia que recuerda Nueva York?

Mary Domsky-Abrams fue testigo en el juicio. Durante su comparecencia relató que las habitaciones de la fábrica permanecían con las puertas bajo llave y si se lograba sortear ese obstáculo, solo se podía escapar del flagelo por una de las dos escaleras. La otra estaba inhabilitada. 

Esta matanza marcó el inicio de la conmemoración del 8 de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora. Por ello es cruel que la fecha se transforme en un día de felicitación. La memoria de estas mártires debe ser honrada y respetada.

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