Publicidad

Ecuador, 24 de Septiembre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo

Incendiarios

27 de septiembre de 2012

Desde hace dos meses nuestro país soporta una epidemia de incendios, que bordea ya el número de tres mil. Surgen dondequiera, principalmente dentro o en las cercanías de la capital de la República. Las llamas han devorado miles de hectáreas en 10 provincias de Sierra y Costa, salvándose hasta el momento las otras dos regiones: la Amazonía y Galápagos. El fuego ha devastado áreas protegidas, parques, manchas arbóreas y cultivos, amenazando a ciudades y poblados. Algunos seres humanos han perecido carbonizados; otros han sufrido heridas y quemaduras; la inseguridad y el miedo corren por todo lado.

¿Cuál es la causa de estos implacables flagelos? Se culpa al Sol, al verano, a la dureza del estiaje. Pero el Sol y los efectos estacionarios son los mismos que caen -para no ir muy lejos- en los dos países vecinos, Perú y Colombia, donde no se da, ni por asomo, este fenómeno, que, por otro lado, se presenta cada año en nuestro medio y nunca ha producido efectos tan desastrosos. Se ensaya que hay pirómanos desquiciados y desalmados que prenden la candela para gozar con ello, pero ni siquiera un escuadrón de diez pirómanos podría provocar simultáneamente tantos incendios en cientos de kilómetros de distancia y sobre miles de kilómetros cuadrados.

¿Cuál es, entonces, el origen misterioso de esta calamidad insólita? Noticias fragmentarias dan cuenta de que hay algunos detenidos, pescados infraganti en su acción incendiaria; que se han visto carros con sujetos sospechosos o bien escapando en motocicletas, después de lanzar cocteles molotov en alguna floresta. Datos nerviosos, imprecisos, aislados, pero que apuntan a una presunción macabra: hay un plan criminal organizado por mentes siniestras, y numerosas manos que lo ejecutan brutalmente.

¿Cuál el motivo? ¿Quiénes financian esta operación maligna y destructora? ¿Quiénes son los ejecutantes? ¿Qué se persigue con ello? La explicación luce muy sencilla: crear inseguridad y caos para acusar al gobierno de Rafael Correa de negligencia frente al desastre, mientras se paralizan acciones constructivas y de cambio, distrayendo energías oficiales y recursos financieros. Todo con miras a debilitar las expectativas de su reelección en febrero de 2013. Un digno homenaje a la memoria del 30 de septiembre de 2010, en que actuaron en la misma conspiración policías sediciosos, políticos derechistas, seudorrevolucionarios y notorios agentes de la CIA. No ver estas realidades es ser miopes o pendejos.

Contenido externo patrocinado