La agónica partidocracia fue reemplazada por la oposición mediática desde su intolerante posición de ‘llevadores del agua para su molino’. Las grandes cadenas privadas de comunicación nos enrostran sus agendas particulares con la cínica imagen de que defienden valores como la libertad, que no es más que su patente para lucrar con el chantaje de ‘si no te sometes, marchas’. Para muestra estas perlas:
Al filo del informativo estelar de la noche, ¡urgente!: ocho senadores de Estados Unidos envían una carta a Correa reclamándole por la ‘libertad de expresión’ de Cléver Jiménez, reo de injurias calumniosas graves y enrostrándole por un supuesto antiamericanismo. ¡Qué coincidencia!, el Presidente estaba en el gran país del norte. ¿Fue la intención de los senadores yanquis, quienes habrían recibido aportes de campaña de los Isaías, velar por los derechos de un vulgar calumniador o ensuciar la gira presidencial? Todo con el beneplácito del ‘muy serio e imparcial’ Televistazo, aunque ello implique la pretensión de causar un bochorno al primer ciudadano del país.
En el proceso del cambio de la matriz productiva, el gobierno de la Revolución Ciudadana ha consensuado con los empresarios la sustitución de materias primas importadas, privilegiando las producidas en el país, en medio del entusiasmo y la algarabía de los actores económicos. Televistazo, de entrada, se conduele de los ‘pobrecitos’ empresarios extranjeros para quienes este cambio les va a significar incremento en sus costos. ¿Y el país?: que se vaya por el caño, su misión es oponerse ‘imparcialmente’ a toda iniciativa gubernamental para que se diluya el ‘milagro ecuatoriano’, del que ya empieza a hablar el mundo de la academia político-económica.
Que cerca de ciento veinte mil maestros van a ser recategorizados con el reconocimiento de mejores remuneraciones a cambio de más capacitación y mayor producción pedagógica. Buena noticia para los docentes que ya enfilan sus méritos para acceder a tan justiciera compensación. El ‘imparcial’ Televistazo, con la originalidad que le caracteriza, entrevista a unos cuantos vagos que protestan porque en su mediocridad nunca alcanzarán a mejorar el escalafón. Y así por el orden. Entonces no se autodefinan como ‘libres, independientes e imparciales’.
Todos tenemos nuestro corazoncito, pero no deben fallarle a la objetividad, y mucho menos a la verdad.