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El Telégrafo

Ilusos y conspiradores en campaña electoral

18 de enero de 2014

Mediante forzados argumentos, encuestas arregladas, promesas de obras faraónicas, rebaja irrisoria de impuestos, repartos agazapados de calendarios, ardorosa defensa de la microsardina, y el coqueteo estudiantil; la prensa privada camuflada y articulistas comprometidos con la oligarquía, proclaman, anticipadamente, al burgomaestre, triunfador de la jornada electoral de febrero. Se olvidan que en el espacio terrenal nadie es eterno, y en el político, terminada la misión, procede el retiro voluntario para evitar el disgusto de la ciudadanía. El Alcalde que busca la reelección cumplió su meta y acogió el beneplácito de los beneficiados con su gestión. Su límite, solo como dirigente local, sin ideas innovadoras e insensible a las necesidades de grupos sociales postergados con su tesis excluyente, deduce la terminación de su ciclo en la administración municipal.

A los ilusos editorialistas se les recuerda que, desde hace algún tiempo la prensa comercial ha venido perdiendo espacio por su adhesión a los fines de la derecha política, alejándose de su función específica; decir la verdad, no calumniar, orientar y dejar de crear el fantasma del miedo para engañar al público. La prensa privada ya dejó de ser otro poder. Rememoro un histórico hecho electoral: toda la prensa ‘independiente’ proclamaba a su favorito, ganador de la contienda presidencial. El rival, sin conmoverse, esperó en silencio el veredicto en las urnas. Perdió el candidato de la prensa comercial. Es que aún no se entendía que concluyó la era en que se creía que la prensa y sus comentaristas privados ‘ponían y sacaban presidentes’.

A nivel nacional los periodistas aliados de la oligarquía y los grupos de oposición, dentro de la misma campaña por la renovación de los gobiernos seccionales adoptan diferentes posturas: insistir en culpar al gobierno de la Revolución Ciudadana de todos los males sociales que aquejan al mundo, exagerar los hechos delictivos, acusar a Rafael Correa de tirano y déspota, e incluso, en forma disimulada, promover otros intentos golpistas y acciones desestabilizadoras al régimen del Buen Vivir.

En el fondo se pretende debilitar a los candidatos de Alianza PAIS, que sí exhiben planes con el sustento y acorde con el esquema nacional del régimen socialista siglo XXI en que se destacan: mejoramiento de las condiciones de vida de los ecuatorianos en salud, educación y vivienda; modernización en la prestación de servicios públicos, creación de plazas de empleos y paulatina erradicación de la mendicidad y pobreza.

La lucha electoral se estremece y se avecinan duros enfrentamientos por captar el control de los gobiernos seccionales. La oligarquía y sus aliados invierten todos sus recursos por continuar reteniendo la administración del Municipio de Guayaquil. Ya comenzó la millonaria campaña publicitaria en su desesperación por no perder el control de la ciudad y de la Prefectura.

La consulta cívica electoral es un instrumento de los gobiernos democráticos para que el pueblo seleccione a sus conductores. Su pronunciamiento ya no es improvisado, ahora es el resultado de un proceso de reflexión y sentido común. La campaña de la oposición es agresiva y demagógica. Alianza PAIS, con sus candidatos, solo exhibe su gigantesca obra social.

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