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El Telégrafo

IESS… “avanza seguro”

07 de septiembre de 2012

La profundización de las raíces eternas del humanismo y los enormes esfuerzos por entregar los ideales  universales y los sustentos para levantar la solidaridad social, y la excelencia son los fines que animan al gobierno del presidente Correa. Después de que el neoliberalismo supeditara lo humano a la entelequia del mercado, el régimen de la Revolución Ciudadana, en contradicción dialéctica, está desarrollando un proyecto valiente e innovador que es brillante en lo intelectual, sensible en lo social, soberano en lo internacional y con bases y prácticas morales prístinas que permiten la aplicación adecuada y su ejecución inmediata, como no sucedió antes en nuestra patria. El cambio de época se solventa en la probidad cívica y el trabajo público debidamente planificado y ejemplarmente cumplido, aunque obviamente puede y debe ser perfectible.

El tan fementido  pago de la deuda social -pendón y demanda de la izquierda jacobina y sectaria- se cumple por parte de la administración actual con eficacia y eficiencia, a pesar de la desaforada  oposición y de los contrapuestos y sórdidos intereses de los poderes facticos y sus aliados ultritas y nihilistas, alienados y frustrados. La acción transformadora preconizada y acometida por Rafael Correa cubre prácticamente todos los ámbitos del quehacer republicano y da respuesta a la morosidad del cumplimiento de los altos postulados nacionales, ni siquiera intentados de enfrentar por la mayoría de los gobiernos del pasado y así podríamos mencionar la construcción de una  infraestructura coherente y moderna en la vialidad, la educación, la seguridad, la energética, la de seguridad y de justicia y, desde luego, en la salud.

En este último rubro tan importante para los ecuatorianos, es más que relevante lo que sucede en el IESS, en sus dispensarios y hospitales, luego del abandono y precariedad financiera y funcionaria de las décadas anteriores, ahora  se encuentra inmerso en la arquitectura de un modelo actualizado de atención hospitalaria, que sorprende favorablemente, pues supera ampliamente la atmósfera oscura de anquilosamiento institucional y el pesimismo conformista y legal que casi lo hacen desaparecer.

No hay que olvidar que en la presidencia de Durán-Ballén y en la orgía privatizadora de esos tiempos nefastos  se intentó venderlo  a precio de “gallina enferma”. Nadie  me lo ha informado, lo he constatado, personalmente, durante la hospitalización en el Teodoro Maldonado Carbo “de uno de los seres más queridos entre mis seres queridos” -como decía el Che-, me he interiorizado de las enormes distancias  entre un pretérito debilitado y el presente pujante, el  progreso de esta institución hospitalaria que implica una estructura científica técnica con modernización total de las antiguas y obsoletas  instalaciones, la dotación de equipos médicos de alta tecnología y de última generación es evidente.

Existen secciones de atención como la de neumología, que confieso solo las he visto en nosocomios de Houston o París. Pero lo fundamental es la calidad y calidez del trato  de los profesionales médicos, paramédicos y de servicio, es conmovedora la rigurosidad científica y la  solidaridad que se respira en la entidad es sustancial. No conozco personalmente al economista Ramiro González, presidente del Consejo Directivo del IESS, pero la actividad desarrollada por él es muy loable, con qué tenacidad ha reaccionado frente al imperativo de transformar al IESS. 

Pero lo que viene es mucho mejor: en los próximos años está prevista la edificación de torres para la atención materno-infantil y junto a ellas un centro de tratamiento oncológico, además del otro gran hospital en el norte de Guayaquil. Estamos ciertos, el IESS avanza seguro.

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