Entre los múltiples recortes a los que se han visto obligados muchos países de Europa por el increíble e intolerable acoso de “los mercados”, destaca, por su inconveniencia e incongruencia, el que se ha realizado en España en investigación científica e innovación.
Había tres grandes capítulos que debían preservarse por todos los medios de las medidas de ajustes: la salud, la educación, el conocimiento. Pero la presión ejercida por los últimos estertores de un sistema cuya crisis total tanto está afectando a Occidente y en particular a la Unión Europea, hizo que también estos pilares “intocables” del bienestar social fueran afectados.
En Alemania, en el Reino Unido, en los Estados Unidos, en los países nórdicos… las dotaciones para I+D+i no han sufrido recorte alguno. Bien al contrario, en algunos casos, conscientes de la importancia de la “economía basada en el conocimiento” y la innovación, particularmente en las pequeñas y medianas empresas, han incrementado incluso las dotaciones presupuestarias correspondientes.
Está claro que ahora, con la llegada del presidente Hollande, los límites temporales para normalizar los déficits no serán tan perentorios y las posibilidades de emisión de incentivos se incrementarán rápidamente. Rectifiquen.
Cuando observamos la capacidad que tiene el Gobierno para remediar desastres bancarios como el que actualmente afecta a Bankia, tanto por sus proporciones como por el deterioro de la imagen española, sería un gran aliciente y una “reclasificación” de nuestro país en la Unión Europea, eliminar las restricciones inicialmente realizadas en I+D+i (de las que dependen en buena medida la reactivación y la creación de trabajo), así como las correspondientes a lo que significa realmente el bienestar ciudadano: la salud y la educación.